Vampire Weekend y su afán
por consentirnos en el Metropólitan
Por Aarón Cortés
Seis años después del último concierto de Vampire Weekend en México, los cambios en la banda son bastante notorios, comenzando por el hecho de la salida de Rostam (hecho que no profundizaremos una vez más). Así que antes que nada hablaremos de las novedades.
Tuvimos que esperar la misma cantidad de tiempo para el estreno de Father Of The Bride, por lo que este tour ha tenido un lugar bastante especial dentro de la trayectoria de la banda, pues con 18 del nuevo álbum (adicionales a todas las que ya tenían), les es fácil cambiar el setlist para cada show y darle variedad al asunto. Gracias a esto a pesar de tener algunos esenciales como “A-Punk”, “Cousins” o “Diane Young”, el acomodo de canciones no se estanca en darle prioridad a los hits y nos permite encontrar algunas sorpresas en el trayecto.
Esta gira permite también gran interacción con la gente y después del encore, conceden algunas peticiones de canciones (dos o tres temas), aunque los criterios para elegir a la gente siguen siendo un misterio que sólo Ezra Koenig conoce. Por lo que en esta ocasión pudimos escuchar “Ya Hey” (que al parecer iba a quedar fuera del set oficial) y “Giving Up The Gun” (una petición que pudo haber estado un poco mejor).
La salida de Rostam y los arreglos de las nuevas canciones implicaron la adición de tres miembros para el tour que, a pesar de ser una noticia que pasó un poco desapercibida en su momento, juegan un papel fundamental al momento de verlos en vivo. Esto se nota cuando apreciamos la gran actitud y habilidad del guitarrista Brian Robert Jones, quien se lució durante las cuerdas de “Sympathy” y la versión extendida de “Sunflower” (a la que además del intro completo, le añadieron un cierre especial con un estilo mucho más Heavy a lo que Vampire Weekend nos tiene acostumbrados). Sin dejar de lado a la tecladista Greta Morgan, quien sirve como compañía a Ezra Koenig en los coros que grabó Danielle Haim (quien -tristemente- no puede acompañarlos a los shows).
Algunas de las cosas que nos quedaron a deber como parte del tour de Father Of The Bride, fue la mercancía oficial, las pelotas gigantes del planeta que se pasean por el público (al parecer sólo en festivales) y la rana inflable gigante que han llevado a la mayoría de sus shows. Aunque son detalles menores que no afectaron ni siquiera un poco la gran calidad de show.
Contrario a lo que se decía en un inicio, cuando se anunció el evento, el Teatro Metropolitan fue el recinto perfecto para capturar esa atmósfera íntima del concierto, haciéndonos olvidar por completo que los asientos existían y estaban a nuestra disposición durante dos horas. Este fue la primera presentación estelar de Vampire Weekend en la Ciudad de México, pues en 2013 tuvieron poco tiempo de show antes de Arctic Monkeys en el Corona Capital.
Un total de 28 canciones (contando las peticiones) conformaron una presentación única, dándole énfasis a Father of The Bride con 11 canciones y las versiones extendidas de algunas de estas como “2021”, “Stranger” y “Sunflower” que buscan aprovechar al máximo la esencia de piezas cortas y darnos algo adicional a lo que podemos escuchar cualquier otro día en nuestros audífonos, así como el debut en vivo de “We Belong Together”. Además de un cover a Paul Simon con “Late in the Evening” y algunos fragmentos de “Jessica” (la colaboración de Ezra con Major Lazer, para consentir a los más clavados) que apareció durante “Diplomatic Son”.
Esta primera noche dejó a algunos fans con deseos de escuchar algunas canciones como “Oxford Comma”, “Run”, “Holiday”, “Taxi Cab”, entre otros temas de sus primeros discos, que probablemente formarán parte de la segunda noche o quedarán pendientes hasta su siguiente visita.
Vampire Weekend es uno de esos shows llenos de alegría y energía, que te hacen querer volver al día siguiente con ganas de más. Hoy en día, pocas bandas son capaces de mantener esa chispa sin sentir el compromiso monetario de por medio. Además, de la emoción de la gente que se atrevió a robarle las palabras a Ezra con tantos gritos entre canciones. Por su parte, el cantante estadounidense se limitó a poca interacción y agradecimientos muy naturales, haciendo bastante hincapié en que este concierto era especial por ser su primer estelar en la Ciudad de México, y también aseguró que México es uno de sus lugares favoritos para tocar además de Nueva York y Los Ángeles.
Y claro que cuentan con bastantes instrumentos, pedales, producción e iluminación en el escenario, pero sin importar qué tanto hayan crecido (y la vibra de niños “ricos” que los rodea), aun mantienen una actitud relajada y sencilla con el público, que permite una conexión durante todo el concierto que no queríamos que terminara nunca.
Por más cursi que suene, Vampire Weekend es una de esas bandas que hacen olvidar a uno de todos sus problemas convirtiendo cada recinto en un “happy place”, cosa que no cualquiera logra (un ejemplo de esto es Phoenix). Esperemos que no tengamos que esperar tanto para un regreso, y que reciban el tiempo y atención que merece su show en lugar de asignarles un set limitado dentro de un festival.
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