I don’t see the light of the morning:
50 años de Let It Bleed de los Rolling Stones
Por Ernesto Acosta Sandoval @erniesandoval_
1969 marcó el final de la década más convulsa, culturalmente hablando, del siglo XX. Y no sólo en lo numérico. Varios eventos pusieron punto final al decenio. La gente en Estados Unidos se dio cuenta que la guerra en Vietnam no iba a acabar porque salieran a protestar, la desintegración de los Beatles (que no se haría oficial sino hasta inicios del siguiente año), Woodstock mostrando la verdadera cara detrás del Flower Power, los asesinatos perpetrados por Charles Manson y sus secuaces, el crudo despertar del salvaje 1968. Los Rolling Stones no estaban ajenos a nada de esto y con tres eventos parecían ponerle punto final a la década: el concierto masivo en Hyde Park, a manera de tributo a Brian Jones; el fatídico Free Festival en Altamont, donde, una vez más, la contracultura mostró su lado más perverso; y el lanzamiento de su octavo álbum, Let It Bleed, en el cual parecen querer resumir su carrera y ese extraño año que estaban terminando.
Un año antes, los Stones habían empezado la que quizá haya sido su racha creativa más impresionante con Beggars Banquet y que culminaría hasta 1972 con Exile On Main St.. Banquet fue un regreso a las raíces y una explicación de sus influencias blueseras más profundas. Les sirvió para sacudirse el hippismo fallido de Their Satanic Majesties Request y para volverse a enamorar de la música. Luego vino la inevitable muerte de Brian Jones y el replanteamiento de a dónde querían moverse como banda. Y el resultado fue el álbum más ecléctico que hubieran hecho hasta ese momento. Let It Bleed tiene dejos de lo hecho en Beggars Banquet como en “Love In Vain” y “Country Honk”. Pero también los muestra peligrosos, sudorosos, musculosos y arriesgados como en la abridora “Gimme Shelter” o en “Live With Me”. Casi se pueden ver las bocinas sudar si se usa el volumen adecuado. No mejores, pero sí más avezados que sus contemporáneos, los Stones toman la fotografía definitiva de la época en estas nueve canciones. Let It Bleed es un paseo por los más primordiales impulsos humanos: sangre, violencia, lujuria. No están buscando respuestas porque no las necesitan. Están poniendo un espejo ante lo desquiciado del mundo hace 50 años. Un mundo, además, del que ellos se saben partícipes. Por supuesto, éste es un álbum cínico. Pero era lo que se necesitaba escuchar en aquel momento. Sobre todo por la manera en la que termina. Después de todo el ruido y toda la furia de “Midnight Rambler” o “Monkey Man”, Jagger, Richards, Wyman y Watts, nos dicen durante siete minutos y medio que no siempre podemos obtener lo que necesitamos. “You Can’t Always Get What You Want” es el cierre perfecto. Musicalmente dulce y tersa (en comparación de las otras ocho canciones), pero sin abandonar la sonrisa burlona de la media hora previa.
Abbey Road puso la plantilla para cómo se trabajaría en el estudio a partir de ese entonces, Led Zeppelin II estableció los parámetros para cómo debe sonar una banda de Rock en vivo, Tommy de The Who expandió los alcances del Rock como fuerza narrativa. Let It Bleed dejó en claro que los siguientes años no serían fáciles debido a todos los errores y la indulgencia cometida durante la década que le precedió. Y ese mérito no es poca cosa.