No puedo ya volver más a lo que antes era:
20 años de Bueninvento de Julieta Venegas.
Por Ernesto Acosta Sandoval @erniesandoval_
Cuando apareció Aquí en 1997, Julieta Venegas de inmediato se posicionó como una voz diferente en el ámbito nacional. Como se empezó a hacer evidente en aquellos años, una cosa muy distinta era lo que se estaba haciendo en el norte del país, y Venegas formaba parte de aquella oleada que se fue moviendo hacia el sur poco a poco. Después de su breve paso por Tijuana No!, una igual de corta estancia en Monterrey, y sus primeros pasos en la capital con La Milagrosa, Aquí fue el resultado natural de todas aquellas vivencias. Venegas sonaba en ese primer álbum como alguien mucho más madura que sus 27 años. Letras por momentos meditabundas, por momentos livianas, melodías inusuales para un disco de rock en español, instrumentaciones llamativas. Y sin embargo, sorprendió a propios y extraños. Su sonido era como si estuviera juntando a Tom Waits, a Los Lobos, a Charly García, y al entonces reciente Tidal de Fiona Apple, y aun así eso era una aproximación. El impacto fue grande y se demostró que Venegas vino a ocupar un vacío que se tenía que llenar.
Tres años después, la eterna interrogante del segundo álbum estaba en el aire. La cantante se volvió a juntar con el Rey Midas del rock latinoamericano, Gustavo Santaolalla, reclutó a Emmanuel del Real y a Quique Rangel de Café Tacuba, y armó una banda espectacular con Joe Gore (Tom Waits y PJ Harvey), Joey Waronker (R.E.M., Beck) y Fernando Saunders (Lou Reed), grabaron en Los Ángeles, la Ciudad de México y en Ciudad Satélite, y básicamente el resultado fue el que quizá sea el mejor álbum de su carrera. O al menos el álbum que le partió la carrera a la mitad y que marcó un antes y un después. Bueninvento retiene algunos de los elementos más llamativos de su primer álbum, en especial su sed por sonar distinta a lo que había en el radio. Ya fuera su peculiar manera de cantar, o la instrumentación (“Voluntad”, “Flor”). Pero también empieza a explorar nuevos territorios con algunas secuencias medio electrónicas y más Pop (“Enero y Abril”, “Salvavidas”). La creatividad de Venegas estaba desbordada en este momento y eso es lo que sostiene al álbum a 20 años. Incluso cuando prácticamente reescribe “Siempre En Mi Mente” de Juan Gabriel y la convierte en un grito desesperado, contraria a la dulzura de la original, hay muestras al por mayor de que en el 2000 Julieta Venegas estaba en otro nivel respecto a mucho del Rock contemporáneo en el país.
Después de Bueninvento, Venegas no volvió a ser la misma. Éste es, al mismo tiempo, un álbum de consolidación y de transición, algo que no es muy usual de por sí. Bueninvento parece haberle mostrado a su autora que no había límites en lo que quería hacer y así lo demostraría en todo lo que ha hecho desde entonces.