Rompan Todo:
Voces escépticas que cantan de política
Por Ernesto Acosta Sandoval @erniesandoval_
Para Aída, por el diálogo.
Quien le entre a Rompan Todo buscando encontrar algo nuevo en la narración de la historia del Rock latinoamericano se va a frustrar. Así de simple. El documental estrenado la semana pasada en Netflix, y dividido en seis partes, se queda corto y en la superficie. Es difícil, por no decir imposible, querer abarcar poco más de sesenta años de historia de una región tan vasta como la que nos tocó habitar en seis horas. También es difícil querer echar luz sobre algo que no se haya discutido antes.
Si se ve con atención, Rompan Todo gira alrededor de dos ejes: la política, y que la historia aquí la cuentan los protagonistas. En masculino, porque algo notorio en el documental es la ausencia de mujeres a lo largo de la historia del género en todo el continente. Sólo al final le dedica un espacio a las protagonistas y se siente más como cuota que como parte integral. Pero, bueno, yo no soy el indicado para hablar de eso. Lo segundo, lo de la voz narrativa, es el mejor aspecto del documental. Se agradece que, por ejemplo, no haya ningún ejecutivo de disquera, o gente que no vendría al caso, hablando de números o apreciaciones subjetivas. Se agradece el entusiasmo por la música que Gustavo Santaolalla exuda cuando habla en sus papeles ya sea como productor o creador.
Hablemos de lo primero, entonces, que resulta un acierto y un error a la vez. Es un acierto porque pone espalda con espalda la situación de, principalmente, Argentina, Chile, México, y un poco Colombia hacia el final. Muchos de los perpetradores del Rock hecho en la región mencionan la situación política como la causa de algunas de sus creaciones, pero no lo sostienen como el detonador de sus carreras. Sin embargo, se siente que los directores quieren empujar ese lado contestatario, y no lo logran por completo. La mayoría de los músicos entrevistados, en este caso casi todos los de Sudamérica, prefieren hablar de la música en sí misma, de sus influencias y de las emociones que querían provocar en el público. Y está bien. Haciendo zoom a esto, bandas como Sui Generis, Billy Bond (de quien toman el nombre para la serie), algunas cosas de la inmensa carrera de Spinetta, Los Jaivas de Chile, por supuesto que estaban en una perpetua resistencia y rebeldía ante el gris panorama político de sus países, pero también lograron dejar la puerta abierta para más artistas y bandas que retomaron ese lado político y lo refinaron, como se ve en el caso de Los Tres, Los Prisioneros, La Vela Puerca o Los Piojos.
Ahora, el error de ponerlo en un contexto político es que el documental, con eso, y un poco sin querer, evidencia que en México el panorama lleva las de perder, por decirlo amable. Como es por muchos sabido, y aquí le dedican una buena porción del segundo episodio, el momento de quiebre vino con Avándaro en 1971. Ese es el antes y después en la escena nacional. El Festival de Rock y Ruedas y su debacle fueron gran parte de la causa del aletargamiento y casi desaparición del Rock por estos lares. El problema al que Rompan Todo le echa luz, y me da la impresión de que tampoco es intencional, es que, mientras en el sur del continente la persecución política tuvo como consecuencia una serie de actos de rebeldía (como dicen que debe ser el Rock), aquí nadie se le plantó al régimen. Sí, un par de entrevistados mencionan los hoyos fonquis, pero lo hacen de pasadita (uno de ellos, curiosamente, es Santiago Auserón de Radio Futura). Grave error. Los creadores prefieren darle el micrófono a Camilo Lara hablando de cómo no pudo comprar un auto por culpa de la crisis, desperdiciar valiosos minutos con Javier Bátiz y su eterna cantaleta de que él descubrió a Santana y Rockdrigo González y nadie se lo reconoce (si de verdad hizo tanto, tantísimo por el Rock nacional, ¿por qué no construyó una carrera como la de Gustavo Santaolalla, produciendo o impulsando bandas?), a Álex Lora gritando QUÉ VIVA EL ROCK AND ROLL mientras hace eyacular a su guitarra (lo cual, si se piensa un poco, no puede ser mejor símbolo para su onanismo).
Esta, me parece, era una oportunidad de oro para hablar del Rock que se forjó en los barrios bajos de la periferia de la Ciudad de México y que aquí fue el verdadero Rock en resistencia, de Guadalajara sosteniéndose como un bastión en los ochenta y una parte de los noventa, de cómo, muy a pesar de todo, hubo un efímero movimiento Punk/New Wave comandado por Size, Decibel, y Casino Shanghai. A Comrock la mencionan rápido y sin darle mucha importancia, cuando la iniciativa fue la semilla que luego germinó en Rock en tu Idioma. Los entrevistados nacionales, salvo acaso Café Tacvba, no pasan de la anécdota, en el mejor de los casos, o del: “Yo sí soy bien barrio”, como Roco de la Maldita Vecindad. Por las razones que hayan sido, se resiente la ausencia de entrevistas contemporáneas a Caifanes.
Regresando a los problemas generales de la serie, y siguiendo con la crítica a que no muestra nada nuevo: ¿Qué necesidad de mostrar las mismas canciones de siempre y sólo eso? ¿De verdad para presentar a Soda Stereo sólo existen “Persiana Americana” y “De Música Ligera”? ¿Café Tacuba sólo tiene “Las Persianas” o “La Ingrata”, de la que ellos mismos ya reniegan? A lo mejor la tirada es apelarle a las nuevas generaciones, pero no dudaría que incluso ellos ya estén hasta el copete de eso. ¿No podían mostrar la impresionante y riquísima evolución que tuvieron tanto Aterciopelados como Julieta Venegas a finales de los 90s?
El problema de agrupar todo bajo el mote de “Rock Latinoamericano” es el que evidencia Rompan Todo. Las particularidades de cada lugar son tantas y tan específicas que hablar el mismo idioma, a veces, no alcanza para querer armar una Historia General del Rock en la región. No estoy diciendo que un Rock sea mejor que el otro, pero sí que la manera de contar las cosas, lo que estaba sucediendo en cada lugar, da para algo mucho más profundo que estos seis episodios.