Longing from a distance:
10 años de Wounded Rhymes de Lykke Li
Por Ernesto Acosta Sandoval (IG: @erniedoesvinyl)
Como ya se ha discutido varias veces en este espacio, y como es bien sabido en el mundo de la música Pop, el segundo álbum siempre es un problema y un volado para cualquier banda o artista que haya logrado llamar la atención con su debut. El caso de Lykke Li era un poco complicado hace diez años. Su primer álbum, Youth Novels de 2008, se había quedado a la mitad entre mostrarla en total control de sus habilidades y no suceder nada. Así que el volado del segundo álbum era poco más que literal. La cantante sueca se mudó casi de tiempo completo a Los Ángeles y se sometió con intensidad a las grabaciones de Alan Lomax, mientras veía una y otra vez La Montaña Sagrada de Alejandro Jodorowsky. Intentó captar la esencia de la ciudad, pero pronto se dio cuenta que eso no la iba a llegar a ningún lado y se fue por un camino distinto al que la llevó a hacer las canciones de su debut.
Wounded Rhymes es un paso gigantesco en la carrera de Lykke Li. Un desmarque absoluto de cualquier cosa que pudiera haber hecho antes. Una colección de sonidos en apariencia básicos mezclados con letras conmovedoras y acariciantes (“Love Out Of Lust”), percusiones primitivas con letras que apelan a un instinto igual de primordial (“Get Some”), guiños a las Ronettes pero que pronto se develan como desgarradoras confesiones adultas (“Sadness Is A Blessing”), declaraciones de amor que son al mismo tiempo seductoras y conflictivas (“I Follow Rivers”, “Unrequited Love”). Esto es un Pop de manufactura casi perfecta, e incluso ese casi juega a su favor porque muestra a su creadora como poseedora de una humanidad envidiable. Li es poderosa pero vulnerable. Es lúgubre y luminosa, muchas veces de un compás al otro. Puede ser barroca, pero sin despegar los pies de la tierra.
Todos esos contrastes son los que hacen de Wounded Rhymes un álbum memorable, como una polaroid del momento creativo por el que Lykke Li estaba pasando. Es un álbum de, en apariencia, fácil escucha, pero que llega mucho más allá de la superficie que una canción como “Rich Kids Blues” podría sugerir a primera escucha. Este es el cimiento de la carrera de su creadora. Vaya manera de darle la vuelta al concepto de segundo álbum.