Tijuana for Dummies:
20 años de The Tijuana Sessions Vol. 1 de Nortec Collective
Por Ernesto Acosta Sandoval (IG @erniedoesvinyl)
Hace unos años conocí Tijuana por primera vez. Habré estado en la ciudad poco más de un mes. Como chilango que se cree que se las sabe de todas todas, me voló la cabeza. Estando ahí, entré en contacto con Aaron M, un gringo de San Diego perdidamente enamorado de México. Aaron se casó con una mexicana, tuvo un hijo con ella que nació al sur de la frontera, y tenía residencia en ambas ciudades. Aaron se ganaba la vida como profesor de literatura al norte de la frontera y tenía un grupo de Rock, pero bien podría haber pasado por historiador o guía turístico en Tijuana. Conocía la ciudad hasta el más mínimo detalle, se sabía anécdotas de todos los lugares de interés. Una noche me llevó a la avenida Revolución y a la Zona Coahuila. Entramos a todos los bares famosos, y no tanto, mientras me platicaba de cada lugar, saludaba a los cantineros, a las bailarinas, a los parroquianos. Mientras caminábamos por una avenida llena de turistas gringos ebrios, me dijo algo que nunca he olvidado: “Tijuana en la noche es como un cuento de Borges. Laberíntica. Sabes que el peligro acecha unos pasos delante de ti, pero nunca te lo encuentras en realidad. Como que lo vas persiguiendo, pero no lo alcanzas jamás”. Ahí, en esa caminata nocturna con Aaron entendí toda la mística alrededor de Tijuana. Comprendí sus complejidades, el origen de ese microcosmos que, a su vez, ha sido semillero de tanto, tantísimo talento.
Entre ese talento está, por supuesto, el colectivo Nortec, quizá, en lo musical, el aporte más importante de la ciudad fronteriza al panorama nacional en los últimos 20 años. Estos días, su primer compilado, The Tijuana Sessions Vol. 1 cumple justamente dos décadas de haber aparecido. En 2001, la mezcla de instrumentos “norteños” con cajas de ritmos, sintetizadores y secuenciadores sonaba inusual. Hoy, tampoco es algo común. Nortec le puso música a lo atípica que es una ciudad como Tijuana. Enclavada entre dos sociedades por completo distintas y que, sin embargo, son simbióticas, Tijuana suena a lo que Bostich, Fussible, Panóptica, Terrestre y demás, proponían. Por un lado, la hiper-tecnologización y casi deshumanización del primero mundo, al norte de la línea divisoria. Por el otro, lo inmediato y sudoroso de bares como el Dandy del Sur o Las Pulgas. El disco es tan ecléctico como un día en la urbe. Pasar de estar formado por horas en la garita de San Ysidro a la velocidad de los freeways de Chula Vista (“Casino Soul” de Fussible, “And L” de Panóptica). Estar tomando una cerveza en un bar mientras ves a los lugareños bailar pegadito (“Tepache Jam” de Terrestre) para luego salir a enfrentarse a la noche en medio de un grupo de estudiantes universitarios gringos haciendo los desfiguros que en su país les son prohibidos (“Tijuana For Dummies” de Hiperboreal). A todo eso y más remite la música compilada en The Tijuana Sessions Vol. 1. A la compleja dualidad que habita en la ciudad y sus habitantes.
Tijuana es, ciertamente, un laberinto, como mencionó mi amigo Aaron. Nortec con The Tijuana Sessions Vol. 1 bien podría ser el mapa que ayuda a navegarla.