Could it be the end of man and time?:
50 años de Master Of Reality de Black Sabbath
Por Ernesto Acosta Sandoval
A principios de los 70, y con dos álbumes a cuestas, el segundo de ellos un éxito más o menos grande, Black Sabbath seguían sin establecerse del todo. Tenían su fanbase, sí, pero no era todavía lo que se convertiría en los años por venir. Su credibilidad y originalidad eran cuestionadas en medios musicales, y gente como Lester Bangs no los bajaba de imitadores de Cream. Eran considerados o demasiado paródicos para su propio bien o demasiado espeluznantes para un mundo que todavía no estaba listo para ellos. Su sonido parecía querer emular la dureza y el punch de Led Zeppelin y darle un tono mucho más oscuro. Estaban inventando el Metal ante los ojos del mundo, pues. Cuando a principios de 1971 entraron al estudio para grabar su tercer álbum, encima de todo, le darían la vuelta, incluso a su propio sonido.
Master Of Reality con el paso de los años se ha convertido en uno de los pilares fundacionales, no sólo de la carrera de Sabbath sino de géneros enteros. El Grunge, el Doom Metal, el Stoner Rock, todos se han nutrido de estas ocho canciones. Lo único que Tommy Iommi y Geezer Butler tuvieron que hacer fue afinar su guitarra y su bajo, respectivamente, tono y medio más abajo, mientras Ozzy Osbourne mantenía su habitual agudo timbre en la voz. El contraste volvió a Sabbath aun más atemorizante, más espeso, más brutal. “Children Of The Grave”, considerada por la propia banda como la canción más bestial que jamás grabaron, es el ejemplo perfecto. Cinco minutos y medio machacantes y macizos sin piedad. “Sweet Leaf” abre Master Of Reality sin miramientos, como “War Pigs” en el álbum anterior, pero en esteroides. “Orchid”, la primera canción del lado B, es un pequeño respiro acústico para regresar a la densidad con “Lord Of This World”, con la voz de Ozzy hasta el frente como atacándote con un martillo. “Into The Void” es una pachequez perfecta para cerrar el álbum.
Cuando Master Of Reality apareció, para sorpresa de nadie, fue vilipendiado e ignorado por la crítica. Pero se convirtió en el álbum más exitoso de la banda. Los llevó al top 5 en el Reino Unido y terminó vendiendo unas dos millones de copias en su primer año. A la distancia, claro, ha sido revalorado vez tras vez. Billy Corgan ha dicho varias veces que de aquí se le ocurrió la idea de bajarle el tono a las guitarras en Mellon Collie And The Infinite Sadness. Bandas como Monster Magnet, o la carrera completa de Josh Homme quizá ni siquiera hubieran existido sin Master Of Reality. Pero lo más importante, éste fue el álbum que estableció de una vez por todas a Black Sabbath como los verdaderos e inequívocos padres del Metal.
