Por Diego Álvarez Rex
Aún hay conciertos que da miedo organizar y no se diga el asistir, sobre todo cuando se trata de un género como el Punk que mientras más arrabalero, Crust, Street, D-Beat, etc, sea, más son las posibilidades no solo de portazo sino de muertos, explosiones y hasta la banda estelar lastimada; casos famosos como GBH, Exploited, Los Crudos, Casualties, Non Servium y un largo etcétera desde los 90s le han dado no solo mala fama de este tipo de eventos sino han logrado demostrar que no importa la generación de Punks, hay cosas que nunca cambiarán y por mucho discurso, atuendo o “actitud”; hay cosas que nunca cambiarán, ¿Sobrevivimos a Discharge? Sí, saldo blanco contra todo pronóstico.
Discharge no es una de tantas bandas de Punk británico, sino al igual que Sex Pistols para su generación y movimiento, la más importante y más famosa de principios de los 80s. Discharge es una banda que hasta los metaleros gustan gracias a los parches en el chaleco de James Hetfield de Metallica, gracias a que ha sido reversionada por bandas como Sepultura y Anthrax y a que el puro nombre se asocia con el Punk más rápido, pesado, agresivo y oscuro que hay (tienen su propio género, el Discharge-Beat); pensar en verlos en México era más como un sueño raro o bien, para los que estamos curtidos en esto seguramente sería ir a verlos a otra ciudad porque bandas como esa ya no se paran en CDMX/Edomex debido a que efectivamente, hay portazo, bengalas, heridos y otros tantos destrozos por parte de gente que quiere entrar gratis a la fuerza… pero si, vinieron a Pantitlán y no sólo el portazo no sucedió (aunque se intentó) sino el show fue para la historia.
Como parte de una gira que nos sólo los llevó a varias ciudades de nuestro país sino de sudamérica, la parada del Ex-Balneario generó demasiada expectativa y demasiado estrés pero arrancando puntuales y procurando que no acabara lo suficientemente tarde, el milagro sucedió y el show fue de absoluta calidad tanto en asistencia como en producción; Discharge sonó pesado, rápido y contundente, Rainy, Bones y Tezz hicieron sonar sus instrumentos para hacer temblar hasta la médula de todos los que nos dimos cita y, aunque esa calidad de sonido comprometiera el de todas las bandas abridoras que tocaron con un montaje completamente diferente y de calidad feria de pueblo descompuesta, a nadie le importó si a Desobediencia Civil o Solución Mortal nunca se les entendió nada porque Discharge por fin sonaba en México: “Blood Runs Red”, “A Look at Tomorrow” y “Fight Back” llegaron al principio y en menos de un parpadeo se habían ido.
El mosh pit no fue poca cosa ya que piso mojado y vidrios rotos son sólo para experimentados, pero como si no hubiera un mañana, hasta gente sobre los hombros, saltos desde el escenario y gente con banderas de anarquía hicieron de la experiencia toda es imágen apocalíptica de concierto en el fin del mundo que muchos idealizamos con Discharge. Sí, Discharge fue todo lo que queríamos. “Protest and Survive”, “Never Again” y “Realities of War” por fin, ¡Por fin! Proper un maestro en la batería y JJ dejándolo todo en el micrófono ya que seguramente a ellos de igual manera les advirtieron que podría ponerse pesado el show, pero al ver que no pasó a mayores sino el público estuvo más que a la altura, los ingleses agradecieron dando un concierto para recordar.
¿Será este el inicio de una serie de heridas que vayan sanando respecto al infame público Punk capitalino? Es poco probable, pero al menos los que nos aventuramos a ir a Discharge en el Ex-Balneario Pantitlán no solo regresamos con vida sino con la memoria de uno de los mejores conciertos de Punk que nos ha tocado presenciar en la ciudad desde hace mucho, mucho tiempo.
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