Por Diego Álvarex Rex
Cualquier excusa es buena para ver a Chan Marshall en directo, ya sea en formato acústico, sola con su piano, con su banda entera o en este caso, con una de sus giras y lanzamientos más exitosos en toda su carrera: Cat Power Sings Dylan.
Las reversiones de Cat Power no sólo son populares sino muchas veces altamente celebradas, gracias a The Covers Record y Juke Box, la fama de sus reinterpretaciones del cancionero nortamericano en sus diversas latitudes, el lanzamiento de su concierto en el Royal Albert Hall recreando de principio a fin el infame concierto de Bob Dylan en el Manchester Trade Hall resultó ser uno de sus mejores placas en años. No se necesitaban muchas razones para querer presenciar en vivo los pequeños pero acertados arreglos, la fidelidad a dividir el set en acústico y eléctrico y por supuesto, la aguardentosa voz de Chan Marshall apropiándose de temas clásicos.
Para los seguidores de Dylan, el concierto en cuestión es una grabación datada de 1966 bastante popular ya que marca el regreso del cantautor a escenarios británicos en plena transición acústica a eléctrica. El concierto comienza con una primera parte acústica, y continua con un ensamble eléctrico que fue recibido de manera tanto hostil que hay un punto en la famosa grabación que se escucha el grito de alguien llamándolo “JUDAS” entre canciones. Hoy día en retrospectiva es uno de los conciertos más icónicos del nacido en Minnesota. Clásico tras clásico, “Visions of Johanna”, “Desolation Row”, “Mr Tambourine Man” y un largo etcétera, en la voz de Cat Power, fueron todo un deleite para los oídos.
En lo que resultó ser el concierto estelar más grande que haya dado en nuestra ciudad, no hubo una sola persona dentro del recinto que no cayera de rodillas canción tras canción, sobre todo por el enorme carisma de Chan: la autenticidad y naturalidad que tiene sobre el escenario serán siempre una de las más grandes razones por las que sus conciertos son garantía. Cat Power se permitió bromear cuando la gente llegaba tarde a sus lugares, nos recordó que hay una guerra que sucede en otra parte del mundo, nos invitó a siempre luchar por lo que es correcto, y en general demostró que su amor por el cancionero de Dylan no es meramente musical, sino su mensaje también resuena en su vida personal.
Casi dos horas de concierto frente a una de las cantautoras favoritas de nuestra ciudad, una mujer llena de magia que nunca parece estar tranquila, nunca se queda callada, siempre parece estar buscando algo, y en general, se desenvuelve de manera tan real (por no decir errática), que parte de su encanto es esa sensación que “cualquier cosa puede pasar” en sus conciertos, aunque, para esta ocasión, claramente Chan está en uno de los mejores momentos de su carrera y quiere compartirlo con todos. ¿Qué podemos pedirle después de sus versiones de “Ballad of a Thin Man” y “Like a Rolling Stone”? Nada, sólo nos queda darle las gracias.