Downtown Boys
She Devils
Grave/Mal
Cruda Moral
Tiempos Muertos
Antimuros fest en el Alicia:
Crónica de una fiesta sin fronteras
Por Eliana Gilet @eliana_gilet
Organizado por Venas Rotas Discos, el Antimuros Fest juntó cinco bandas de tres países diferentes, para recaudar fondos para Casa Tochán, albergue para migrantes en Ciudad de México.
Colgada debajo del escenario hay una manta que dice “Palestina libre”, y de fondo, arriba, en el centro del nuevo templo del Multiforo Alicia, en Eligio Ancona 145, en Santa María la Ribera, sonríe el gato de Cheshire que representa a este centro cultural. El Alicia dio un salto en comodidad y calidad al mudarse a este sitio: no sólo porque el nuevo venue puede albergar mil personas, -cuando el aforo del antiguo espacio de Cuauhtémoc era de 400- sino que el escenario es un espacio amplio y teatral, que brinda a los músicos la posibilidad de moverse a gusto, y también albergar a bandas mayores, de cinco músicos como los Downtown Boys, que cerraron el Antimuros Fest.
El inicio del evento estuvo a cargo de las tres bandas mexicanas: Tiempos Muertos que recientemente estuvo tocando en el evento Subterránea; Cruda Moral, que acaba de lanzar la grabación de su primer EP en vivo en Venas Rotas Discos, y Grave/Mal, un dúo de Guadalajara que destacó por su propuesta enérgica y ruidosa, con Be en guitarra y Ali en batería.
“Llevamos siete añitos experimentando como compañeras de música, nos rodeamos de gente bien chida, con quienes compartimos muchas ideas en torno a hacer en comunidad, participar en eventos solidarios y ver cómo apoyarnos mutuamente en cualquier situación, si bien, el mundo afuera está lleno de mucho horror, violencia, genocidio y demás, sí creemos en el apoyo mutuo para florecer”, contó Ali, en entrevista durante las conferencia de prensa previa al evento, el viernes 19, en el local de Venas rotas, en Morelia 77.
Ese día platicamos también con Pat Pietrafesa y Pilar Arrese, bajo y guitarra de She Devils, en una entrevista publicada aquí mismo quienes tomaron el escenario del Alicia junto a Inés Laurencena, en batería, y también Juana Chang, voz de las Kumbia Queers, que se subió con sus compañeras a tocar el último tema, “control remoto”, que comparten ambas bandas.
Las argentinas demostraron la maestría de 30 años tocando juntas, como pioneras del Punk latinoamericano, con una calidez personal y una postura política que siempre las ha tenido cercanas a distintos movimientos que tienen que ver con la sexualidad, los transfeminismos, la despenalización del aborto en Argentina, y en los masivos encuentros de mujeres de los últimos años que, en esta visita a México, las acercó al trabajo de Casa Tochán, que dirige Gabriela Hernández.
“Estamos muy emocionadas y felices de estar tocando en este Festival, somos todas personas de diferentes territorios, que estamos participando de esta acción colectiva; y es un momento para poner en práctica muchas cosas que queremos que cambien, y empieza por nosotres”, dijo Pat al abrir su show.
El cierre del festival estuvo a cargo de los Downtown Boys, que venían de tocar el jueves 18, en Querétaro y el viernes 19, en Toluca, dónde convocaron a más de 500 personas a verles, en el Infierno Espera Fest, junto a Generación Suicida y Sweat, en Hell Awaits.
En el Alicia, brindaron un show súper enérgico, dónde su vocalista Victoria Ruiz, alterna el canto con el spoken word, haciendo un reconocible esfuerzo por alternar el inglés y el español, en canciones como “Somos chulas (no somos pendejas)” y buscando la participación del público, sin parar quieta un segundo en el escenario. La banda originaria de Providence, Rhode Island, Estados Unidos, se completa con Joey De Francesco, en guitarra; Mary Regalado, en bajo; Joe De George, en saxo y teclados y Joey Doubek, en batería.
Aunque habían tocado en ciudades mexicanas cerca de la frontera con Estados Unidos, como Tijuana y Monterrey, esta fue su primera vez en Ciudad de México y el centro del país. Para Mary Regalado, la bajista, también es especial este concierto porque su madre es mexicana y migró a Los Angeles en 1985, y ella misma no había regresado desde hace treinta años, cuando era muy niña. “Estar aquí es muy emocionante, como se dice en inglés, es un full circle”, dijo en entrevista.
Esa emotividad se vio en escena, con un show que deslumbró a un público nuevo para ellos, pero que se sumó a su propuesta y terminó lleno de esa energía, que sólo provoca el baile y la música compartida. Aún más evidente cuando promueve la solidaridad, el apoyo mutuo y abre espacio para reflejar las múltiples crisis sociales que tenemos alrededor. Un evento que sólo puede darse en espacios independientes y autogestivos, que en este caso, contó con el apoyo de la casa de los pueblos, del Bronx, en Nueva York, para su realización.