Cortesía David Barajas (Misión)
Cortesía David Barajas (Misión)
Cortesía David Barajas (Misión)
Cortesía David Barajas (Misión)
John Cale @ Teatro de la Ciudad:
Las canciones no envejecen, solo cambian
Por moonman
Experimental: esta palabra define por completo al galés John Cale. Si escuchas cada una de sus composiciones todas tienen el común denominador de estar fuera de la caja, ya sea simplemente por la selección de instrumentos o buscar esa trascendencia del sonido con efectos o simplemente por una audaz composición.
Desde 1998 no había regresado a México y esta ocasión fue especial debido a que es la única presentación de este año (aunque tenía contemplada una gira por Estados Unidos que se canceló). Muchos melómanos de hueso colorado, sí, esos que gastan gran parte de su presupuesto mensual a comprar viniles raros, o simplemente porque sabían que era una oportunidad única para ver al músico de 82 años sobre un escenario.
El setlist recayó en su último disco POPtical Illusion, un álbum sorprendente, corrosivo, producido por su mánager Nita Scott y que da una buena lección a nuevas generaciones de que aún puede crear my buenas canciones de Rock. Sólo escuchen “Company Commander“, “How We See the Light” y “Shark-Shark” para notar esos detalles de producción con sonidos que hasta el mismo Trent Reznor le haría levantar una ceja.
Hubo dos muy gratas sorpresas en la noche: la única encarnación de The Velvet Underground con el himno “I’m Waiting For The Man“, una canción que no envejeció, simplemente se transformó. Desde que empezó el piano sentí escalofríos… por fin pude borrar esta canción de esa lista de “Canciones que ya escuché en vivo”. Simplemente maravilloso. La segunda sorpresa fue otro cóver a “Heartbreak Hotel” de Elvis Presley, una versión poderosa por la forma en cómo se lo apoderó. Como dato curioso, esta canción no estaba contemplada en el setlist original ya que iba a cantar “Villa Albani” y “Davies And Wales“.
Los visuales siempre estuvieron acorde al ambiente, su banda magnífica, se nota una buena sinergia con el resto de los integrantes donde lo acompañan en coros, guitarras y suaves percusiones. Lo malo: su duración. Apenas pasó una hora y 10 minutos y salió del escenario, la gente se quedó vitoreándolo por minutos hasta que las luces traicioneras se encendieron. Nos elevó y nos soltó, pero la verdad valió la pena la travesía.
