Metallica: M72 World Tour @ Estadio GNP

September 23, 2024

metallica m72 tour mexico city

Cortesía Liliana Estrada (OCESA)

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Cortesía Liliana Estrada (OCESA)

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Cortesía Liliana Estrada (OCESA)

Metallica: M72 World Tour
@ Estadio GNP

Por Alejandro Ramírez @le_fraktal

The Ecstasy of Gold” de Ennio Morricone, el preludio a la catarsis ideal, el tema introductorio insignia, irrefutable, irremplazable. La ocasión número 23 de Metallica en México, a 31 años de distancia de la primera, y a 7 años de la última, esta vez con un nuevo disco bajo el brazo y la gira M72 World Tour, y un espectáculo que en dimensiones pintaba para ser más impresionante, pero en ese sentido, personalmente creo que Rammstein ya puso el estándar muy alto.



De hecho la primera impresión que tuve al ver tal imponente producción me remitió tanto a Rammstein y como cuando U2 presentó su PopMart Tour en el Foro Sol, las enormes torres dispuestas, las bocinas como flotando en el aire y apuntando a diferentes puntos del renovado y renombrado Estadio GNP Seguros, y la gran pasarela circular en donde Greta Van Fleet dio la impresión de ser un grupo pequeño, pero con un gran sonido que de inmediato rememora el perdido arte del auténtico Rock and Roll: la guitarra aguda rompe tímpanos, la batería enérgica, la voz que llama a la guerra y al drama de la gloria.

Los cuatro jinetes del Apocalípsis y la esperada anunciación, la voz siempre necesaria de James Hetfield denotando su condición: “Yes I’m Creeping Death”, luego una de las piezas más complejas del majestuoso álbum, el incomprendido y sin bajo, y mi favorito personal …And Justice For All. “Harvester of Sorrow” y el redescubrimiento, siguen tocando muy cabrón, siguen sonando como el tiroteo incesante de una batalla transcurriendo entre trincheras y rafagas de ametralladora de alto calibre, explosiones brillantes de un Heavy Metal que jamás se perderá en el olvido.

Aunque con el paso del tiempo y como lo ha mencionado el mismo James Hetfield, “se ha perdido la velocidad”, pero no el ímpetu y la furia, “Lepper Messiah” para emocionar a los conocedores de las obras completas de Metallica, y luego “King Nothing” para despertar a aquellos que están más familiarizados con los sencillos, pero sin dejar de abarcar diferentes épocas de su discografía, porque hay 10 años exactos de diferencia entre Master of Puppets y Load, y diferentes generaciones acompañándolos para la presentación en vivo de los temas de 72 Seasons, editado apenas el año pasado y nombrado así en honor a la suma de las estaciones del año que han pasado al cumplir los 18 años de edad. 72 estaciones de crecimiento y evolución.

En 1993, era yo un niño de 12 de años, (o 48 seasons) en sexto año de primaria y mi regalo de cumpleaños fue ver a Metallica en su primera visita al país, aquel suceso auténticamente me cambió la vida: el colosal ruido, el muy alto volúmen, las explosiones, el headbanging de metaleros con cabello largo extasiados, la maestría instrumental de la banda interpretando canciones del Black Album y sus encabronados antecesores. Ser testigo de aquello prácticamente me inspiró para dedicarme, apasionarme, y entregarme por completo a la música de diferentes formas: como partícipe, relator, espectador, y en diferentes ramas de su industria.

Para mi fue una decepción ver niños sentados en el piso jugando con sus teléfonos celulares mientras sonaba “If Darkness Has a Son”, sus padres escépticos, y con los brazos cruzados escuchaban y observaban, o trataban de grabar el mejor video para el recuerdo. Pensé en todos esos fans que por la distancia o la falta de recursos se quedaron fuera, escuchando, y que seguro lo hubiesen disfrutado más. “The Day That Never Comes” como un curita emocional personal, su mantra de superación que tanto me ha ayudado: “I suffer this no longer, I’ll put an end to. This I swear, this I swear, the sun will shine. This i swear…

Entender que en ejecución, sincronía y potencia sonora Metallica sigue siendo un referente para aquellos que en el Heavy Metal han encontrado su forma de vida, la tribu a la cual pertenece, esa que enfundada en sus chalecos de batalla llenos de parches de sus bandas favoritas se aferran, desfogan y dislocan en el ritual del slam, el círculo del purgatorio en la tierra, el huracán de cuerpos que se hieren pero no se lastiman. Hasta el día siguiente mientras desayunaba noté un moretón en mi brazo derecho producto de esta sana y siempre necesaria catarsis.

Honestamente, ya no me sentí tan especial o bendecido al escuchar “Orion”, porque en el último show de los ocho que ofrecieron en el Palacio de los Deportes como parte del Arsenal Completo en el año 2012 (124 seasons), también la tocaron y fue una enorme sorpresa, ahora es un tema más que figura en el setlist que no varía mucho, y que algunos aprovecharon para ir al baño o comprar cerveza.

Y esto es quizá mi problema con M72 World Tour, que tocan en dos noches diferentes lo que solían tocar en una sola noche, o hasta más, la edad pesa tanto para Metallica como para sus fans, pero a la vez también parece que no pasa el tiempo cuando escuchamos “Nothing Else Matters”, y mi yo de 148 seasons que no comprendía absolutamente nada de la vida se sintió tan emocionado como aquella primera vez que sonó en vivo en México y la luz de los encendedores que iluminó el Palacio de los Deportes como una noche estrellada, y la letra que con el pasar de los años fue tomando sentido: “Forever trusting who we are”, y en efecto, nada más importa que disfrutar el momento, regresar a días mejores y también los peores, cantar hasta que duela, y llorar lo que sea necesario, pero sobre todo resistiendo, ahora iluminado por las centellas de luz de los teléfonos que a muchos nos fueron de utilidad para acceder al evento con nuestro boleto virtual, y a falta de encendedores que ya no dejan pasar. “Times are changing” como dice Bob Dylan.

Sad But True”, pero no hubo el fuego que esperaba mientras sonaba la frenética “Fight Fire With Fire”, y mucho menos en “Fuel”. En El Arsenal Completo vimos bobinas tesla emanando rayos de una silla eléctrica, y escuchamos más deep cuts como “No Remorse”. Personalmente, la mejor ocasión para disfrutar a Metallica en directo, y eso que también estuve presente cuando volaron las sillas de plástico el 30 de abril de 1999 (justo a mis 72 seasons), show en el que incluso rompí una relación amorosa para ser parte de la debacle, y en la cual Phil Anselmo de Pantera cantó con ellos “Creeping Death”.

Ahora no hubo “Hit The Lights” ni se encendieron las luces en “Seek and Destroy”, pero siempre he dicho que por lo menos una vez en la vida tienes que escuchar “Master of Puppets” y acatar la orden suprema con el puño al aire: “OBEY YOUR MASTER, MASTER”.

Año 2024, a mis 172 Seasons, diferentes prioridades económicas, ir más por el FOMO que por obligación o ganas, y perder la sorpresa al conocer ya el setlist de la segunda noche del M72 World Tour (que como fan me pareció bastante disparejo a comparación del primer día), hicieron que solo me quedara con el recuerdo de la primera fecha de este tour. 31 años han pasado desde que Metallica le dio un giro a mi mente y existencia, eso siempre se los voy a agradecer, siempre que pueda voy a estar ahí, voy a seguir haciéndome viejo con ellos, y quizá tristemente los veré separarse o partir.

Pero cada riff y cada solo de Kirk Hammet que conozco pero que no toco más que con mi air guitar (y de Dave Mustaine pero pues prefiero más su legado en Megadeth), cada línea de bajo de Cliff Burton, de Jason Newsted, de Robert Trujillo, y cada ritmo de Lars Ulrich (de quien siempre me gusta decir que muchos bateristas odian porque según toca mal, pero que toca mejor que la mayoría de sus detractores), y sobretodo los mensajes, la poética, la inspiración, y lo que significa James Hetfield, y Metallica como un absoluto, un altar, una maldita bendición, y una banda que siempre estará en mi estima y supremo respeto. KILL’EM ALL.

Post escrito por: Alejandro Ramírez

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