Eusexua:
El camino hacia la liberación (sexual)
Por Carlos Shue
Para muchos, “Eusexua” es el mayor banger del álbum homónimo de FKA Twigs; fue el primer sencillo y es la primera canción del tracklist. Si me preguntan, fue una decisión arriesgada que llevó a esos muchos (incluyéndome) a sentir cierta decepción conforme avanza la obra, pero, después de escuchar repetidas veces las once canciones –o los once “pilares”, como la misma FKA Twigs les llama–, todo cobra sentido. “Eusexua” es el inicio del viaje, es esa chispa que enciende la pipa que estamos a punto de fumar, es la introducción a esta nueva filosofía sónica que Twigs comparte con el mundo después de gestarla durante tres años.
Es 2025 y el hiperconsumismo nos ha orillado a demandar más y más a músicos y artistas: “Queremos apreciar(te) pero para poder hacerlo tienes que crear y producir bajo nuestros estándares”; si al menos les pagáramos directamente, ese sentido de exigencia sería menos hipócrita, pero pagar una suscripción mensual no nos da derecho sobre ellos. Ese es parte del problema en esta era de los singles, que estamos (mal) acostumbrados a una dosis ininterrumpida de dopamina musical, así que cuando llega un álbum como Eusexua que parecía prometer eso pero en realidad presenta otro camino, nos confunde.
Es necesario adentrarse al terreno sagrado que Eusexua representa para Twigs con tal de hacer que aquella confusión se evapore como el sudor de los cuerpos danzantes a los que hace referencia a lo largo del álbum. Existen álbumes que son como un one night stand: te calientan a la primera y puedes olvidarlos; y existen álbumes más demisexuales, que también te calientan pero requieren de atención y de una pizca de conexión emocional para llevarte al orgasmo. Eusexua es, irónicamente, un álbum demisexual.
Un contenido que recomiendo ampliamente para entender por qué digo esto, es un video de Spotify donde vemos a FKA Twigs y a Imogen Heap (!) charlando sobre el álbum y el proceso creativo. Entre muchas cosas insightful que salen a la luz y que no voy a spoilear, me llamó la atención parte del proceso creativo de FKA Twigs; sobre esto, menciona que para cada era o proyecto procura aprender un craft que le ayude a transmitir lo que quiere comunicar. En LP1 (2014) fue el voguing, en Magdalene (2019) fue el pole dancing y el wushu, y para este material la libertad del cuerpo y sus expresiones sexuales. Y esto coincide con su definición de “Eusexua”, con la que busca encapsular la experiencia humana de sentirnos libres, de vivir el aquí y el ahora como si fuera lo único que importa –quienes sentimos el éxtasis de estar vivos cuando bailamos en el club sabemos a lo que se refiere.
Bailar es una actividad sanadora, y es curioso cómo algo tan primario como mover el cuerpo puede representar una experiencia trascendental que nos permite, por un instante, olvidarnos de todo y sentir todo al mismo tiempo; esa es la esencia de Eusexua. Sin embargo, ahí reside el problema del álbum como álbum per se: no es posible sentir la totalidad del mensaje que FKA Twigs quiere transmitir simplemente con escuchar la música e identificarnos con sus letras. Me temo que, específicamente para esta era, es vital acompañar la música con la propuesta visual, con el movimiento, con las coreografías, con la manifestación de esa libertad corporal en la que su autora, una bailarina profesional, hace tanto hincapié.
Si ya tenía mis sospechas sobre esta afirmación al ver los videos musicales de los sencillos, caí en completa cuenta de ella cuando vi el video “The Body Is Art”, una presentación en vivo que hizo FKA Twigs en colaboración con una marca de sportswear (secure that bag, sis!)
Aquí, a lo largo de 17 minutos, podemos experimentar Eusexua en todo su esplendor.
Este texto es parte autoregaño y parte autorecordatorio de cómo estamos tan inmersos en nuestras expectativas de la música, que olvidamos que hay músicos que además son artistas con una visión panóptica de su obra y cómo la presentan al mundo. FKA Twigs es una de ellas y con Eusexua (a diferencia de Caprisongs) nos ha presentado un concepto redondo que sí o sí merece que le dediquemos más de un sentido. Al final, parafraseando parte de “Room of Fools”, somos extraños en un cuarto oscuro: podemos tocar y nos pueden tocar y se sentirá bien, pero si le agregamos un sentido más, o mejor aún, una conexión emocional, la experiencia sexual se elevará y pasaremos de ser “perros callejeros” a ser semidioses.
