Hesse Kassel
La Brea
Independiente
8.5
Por Diego Álvarez Rex
La Brea es un disco que muchos han intentado clasificar como Art Rock o Post Rock, y más allá de clasificarlos en una cajita u otra, Hesse Kassel en primera instancia nos demuestra ser músicos llenos de un ímpetu creativo tanto en instrumentalización como en lirica. Más allá de las etiquetas, el sexteto no deja de ser un grupo muy chileno dentro de sí, no por remitirnos a bandas como Congelador o Electrodomésticos, sino por esa melancolía que siempre ha permeado al Rock chileno voluntaria o involuntariamente.
Mucho se habla de su tema “Postparto” una intensa composición de diez potentes minutos, pero “Anova” y “Moussa” son dos piezas claves para verdaderamente apreciar la complejidad de este álbum en los terrenos del Pop Rock contemporáneo, un género que desde hace varios años muchos parecen querer frenar su evolución como si la fórmula verso-coro-verso fuera una crisis de la mediana edad de la que nadie quiere salir. Hesse Kassel hace música para romper ese estasis.
Hesse Kassel ha sido comparado con muchas bandas y depende mucho del bagaje de aquel que escribe la reseña, unos dicen The Mars Volta y Shellac, otros a GY!BE y a Explosions in the Sky. Tal vez es cierto que incluyen un poco de todos los mencionados, si bien las ocho piezas de este álbum pueden ir cambiando de duración o irse sobre de un crescendo instrumental que no puede predecirse, el motor no deja de ser el rock de guitarras. “A. Latur” y “Yo La Tengo” que son las encargadas de cerrar el disco, literalmente terminan con gritos al vacío y el sonido de la reverberación de las guitarras complementando un eco tanto cavernoso como eléctrico.
A mi, en lo personal, el álbum no sólo me recordó a bandas como This Heat, ZETA y los españoles 713avo Amor, sino que inmediatamente me remitieron a un par de bandas nacionales con las que su sonido bien podría empatar: Diles Que No Me Maten y Tajak, dos agrupaciones mexicanas cuyos álbumes parecen ser una sola pieza que se divide en fragmentos que se complementan entre sí, donde en momentos podemos tener una larga pieza atmosférica muy calmada para de pronto sumergirnos en un océano de pura distorsión sin tregua alguna. ¿Será algo generacional esta manera de hacer música?
80 intensos minutos de Rock Experimental de esquizofrénico y disonante sonido que jamás estará de más sino al contrario, es más que necesario que cada cierto tiempo aparezcan discos como estos como un antídoto al resto de lanzamientos contemporáneos que más allá de pintar un rico panorama de música con la que convivir, es una enorme masa sin identidad que poco a poco nos hace olvidar que si, aún hay música interesante que se resiste a ser absorbida y regurgitada.