Reseña: Grizzly Bear /// Painted Ruins

August 22, 2017

Grizzly Bear
Painted Ruins
RCA Records
8.8

Por José Marr‏ @JR_Marr
Crazy Rhythms Music

Hoy por hoy, Grizzly Bear es una de las mejores bandas que hay sobre el planeta, se han convertido prácticamente en unos todo-poderosos en la materia. Sin embargo, esto no sucedió de la noche a la mañana y fue más una causa de destino que de planeación. 13 años han pasado desde que Ed Droste diera vida al nombre con aquel Horn Of Plenty prácticamente compuesto y grabado en su habitación, en aquellos ayeres, el hoy baterista Chris Bear colaboró para algunas pistas y lo acompañó en los directos. Fue en esos viajes como conocieron a Chris Taylor, hoy bajista y productor de la banda, Taylor también fue un acompañante en aquellos primeros conciertos hasta que ya integrado a Grizzly Bear, recomendó traer a Daniel Rossen, un amigo de la universidad con quien vivió por un tiempo y de quien sabía, era un compositor. Rossen ya venía haciendo música junto con otro compañero del colegio llamado Fred Nicolaus bajo el nombre de Department Of Eagles, pero lejos, muy lejos del compositor en que se ha convertido al día de hoy. Así llegó en 2006 Yellow House, el debut de la banda compuesta por los cuatro integrantes actuales y bajo el sello de Warp Records, una casa que dicho sea de paso, aloja en su mayoría proyectos de música electrónica, así que tener en sus filas una banda de Folk y Art-Rock ya era bastante llamativo.

Rossen relata que el crecimiento de todos, ha sido coyuntural a partir de que los cuatro estuvieron juntos, y es que hasta antes del 2006, Bear, Taylor, Droste y él, eran otros músicos, otros artistas, otras personas, e incluso ya después de Yellow House, el crecimiento fue exponencial con Veckatimest, y se reiteró con Shields. Muchas cosas más hay alrededor de toda esta historia; elogios de gente como Trent Reznor, Jonny Greenwood de Radiohead diciendo que son su banda favorita, musicalizaron la película Blue Valentine, incluso participaron en la banda sonora de Twilight. Daniel Rossen regresó con Department Of Eagles para hacer un disco excepcional en 2008 ya apegado más al sonido barroco y complejo de Grizzly Bear. En 2012 dio vida a un fantástico EP luciendo su topográfico estilo de tocar la guitarra, más tarde Bear y Rossen junto con The National rehaciendo “Terrapin Station” para el álbum tributo a Grateful Dead. Chris Taylor se lució con un proyecto electrónico y rupestre llamado Cant en 2011… en fin, todo esto y poco más, ha acontecido y es un preámbulo a lo que este 2017 lleva por nombre Painted Ruins, su quinto trabajo de estudio.

Así que mientras en el último lustro hemos atestiguado como unos artistas temen a la sucesión de una obra magna y por ello cambian notoriamente de estilo o huyen hacia horizontes donde se acercan más al público en masa, ejemplos como los de Fleet Foxes y ahora dan fe de quienes buscan constantemente nuevos niveles. Lo de Grizzly Bear ya lucía bastante difícil tras antecedentes del tamaño de Veckatimest y Shields, y sin embargo, Painted Ruins sale victorioso, con particularidades, con novedades, y con puntos donde se da testimonio de una evolución frente a sus predecesores. Chris Taylor de nuevo como productor, cumple con recelo la labor de preservar las cualidades sonoras de la banda, de dar el entorno ambiental adecuado y de, de cierta forma, representar mediante el acabado, lo que el arte y el título de la placa sugieren. Y así es también con la ornamentación, un ensamble de un sin fin de cosas ocurriendo en el espectro en sus momentos más farragosos como hace unos meses se demostró con las musicales y vocales maniobras en la oscuridad de “Three Rings“, con la desértica “Neighbors“, o una construcción contemplativa en la que se aprecia el valor sonoro de cada elemento como en la inaugural “Wasted Acres“.

Es claro que Grizzly Bear de cada canción, ha buscado hacer un monumento musical, refiero a que por primera vez, es notorio el amplio abanico de instrumentos formando parte de una sola creación, “Neighbors” por ejemplo, utiliza flautines en su comienzo, se desenvuelve entre arpegios acústicos y sofoca con vientos, los versos de Droste son reforzados por orquesta y auroras de sintetizadores. En el puente la clásica Guild de Daniel Rossen hace su aparición, sube con unos movimientos, y después toda esa construcción se derrumba con agilidad en el estribillo. “Cut-Out” es otro momento de igual espectacularidad, parece inofensivo en sus versos que se mesen con cautela, inesperadamente cambia, se decanta y se tensa en su centro liberando fuertes stomps con mucha presión provocando uno de los momentos más altos del disco. El caso de “Three Rings” se puede comparar, no en resultados, sino en lo cerebral de su armado, partiendo de la magistral labor de percusión, la resonancia de los elementos sonoros graves provoca un eco estremecedor, desde los murmullos, el robusto bajeo o los penetrantes sing alongs de Droste, todo esto, contrastando con los punteos agudos de la guitarra eléctrica o el aura brillante del omnichord. Juega bien con los tiempos, es profunda en su comienzo, es serena en su nudo y termina en un fenómeno atmosférico. Partiendo de todo esto, “Four Cypresses“, diría que es, como dice su misma letra “un caos pero funciona”, una tecla marcando el tiempo mientras la batería avanza con un redoble casi disparejo, la guitarra eléctrica junto a unos synths comienzan a envolver y a condensar hasta una transición etérea que desemboca en la grandilocuencia de lo presentado en su comienzo.

El resto de cortes, no es que pierdan el estándar de calidad presentado en sus estelares singles, sino que es más marcada la estructura clásica de una canción, y por ello no es castigar a Grizzly Bear, es decir que se acercan más a lo común y corriente. Ahí yace “Mourning Sound“, la canción más Pop en toda su carrera pero no por ello despojada de todos los embellecedores y temática a lo que es Painted Ruins. “Aquarian” en este caso, se basa en dos estrofas pero la travesía musical impulsada por la marcha desequilibrante de batería, guiado por el bajo sintético y las incisiones de guitarra y teclados son lo que resalta específicamente. El Ed Droste más elocuente sobre situaciones típicas aparece de manera más simple en “Losing All Sense“, hablando de una memoria pasada que no lo deja tranquilo al punto que comienza a afectarlo, sin demasiadas complicaciones el pulsante ritmo, cuasi circense, es sumamente entretenido.

Es cierto que Painted Ruins proclama y presume de cualidades únicas en la historia de Grizzly Bear, sus mejores momentos están a la altura de los puntos altos de Veckatimest o Shields, sin embargo, sus puntos medios aunque mantienen la calidad no son capaces de enlazarse ciento por ciento con la grandeza y vastedad de sus virtudes conocidas; melodías vocales como las de “Glass Hillside” no se definen con tanta gracia, “Sky Took Hold” es una travesía borrascosa que no profundiza ni detona, sólo se mantiene en el centro de su tempestad, ambos casos, no suman mucho a la experiencia final. Incluso la bellísima “Systole” cantada por Taylor, anda por un ambiente más onírico y pulcro de lo permitido. No es que esto tire abajo el resultado de Painted Ruins, es sólo que no ayudan a redondear y mantener esa linea inobjetable que existía de inicio a fin en cada disco pasado de la banda. Mas, sería injusto no aplaudir que de nuevo, un disco de Grizzly Bear, sigue siendo un regocijo auditivo donde el sentido se puede adentrar en la inmensidad de su arquitectura sonora aún tratándose de ruinas.

Post escrito por: Jose Marr

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