There’s someone in my head but it’s not me
The Dark Side of the Moon de Pink Floyd
Por Alejandro Ramírez @le_fraktal
“Speak To Me”, que cada latido sea ansiedad por vivir, la pulsión de la supervivencia, los ecos de lo que nos atormenta, el lado oscuro de nuestra mente contusa, la alerta por lo inevitable que se aproxima lenta y amargamente. “Breathe (In The Air)”, como si fuera la primera vez, el primer llanto de la vida ante el descubrimiento de la luz, del escape de la zona de confort, el inicio del eterno enfrentamiento ante el destino: lo que tenemos que aprender y resolver, lo que debemos evitar, las personas que vendrán y luego se irán.
“On The Run”, el frenesí del incomparable EMS Synthi AKS para comprender que Pink Floyd con The Dark Side of the Moon rompería con todo paradigma hasta la fecha, hace 45 años en tiempos de armisticios, dictaduras y los primeros acuerdos de paz después de cruentas batallas en Vietnam, este disco acapararía la atención no solo por sus altas ventas, sino por el contexto creativo que encierra: Roger Waters y su manía controladora, desde la lírica hasta las ideas subliminales en los discursos de voces extrañas que escuchamos a lo largo del material en el que incluso Paul McCartney fue eliminado de la edición final, la razón: su respuesta a los filosóficos cuestionamientos de Waters fue muy burda.
Al mando de Alan Parsons en la consola que hasta hace poco se subastó en 1.8 millones de dólares, Abbey Road cual territorio sagrado, y el inicio de “Time” como gran reto tecnológico: “No saben lo difícil que fue sincronizar todos esos relojes y grabarlos al mismo tiempo” mencionaría el productor al respecto de uno de los intros más famosos de la historia.
“Piensa en la muerte”, fue la clara instrucción que recibió Clare Torry, la voz en “The Great Gig In The Sky” para estallar en drama absoluto ante el piano de Richard Wright y así ofrecer una pieza que, personalmente, me gustaría que sonara en mi funeral. “Money” y su crítica al corporativismo en aumento, su línea de bajo inolvidable, el saxofón que devanea en una mezcla de sensualidad y sicodelia. “Us and Them” para invocar cierta calma angelical, un respiro que quedaría fuera del soundtrack de una película pero que muchos años después daría nombre al más reciente tour de Roger Waters.
“Any Color You Like” de cualquier modo que prefieras, este disco puede ser tu introducción a Floyd, el vinil perfecto para tocar por primera vez una tornamesa, las canciones ideales para medir los canales antes de un soundcheck, para ser trabajado por The Flaming Lips, para convertirlo en Dub Side of the Moon, para que un combinado de bandas Doom Metal haga su propio tributo, para que exista una grabación hecha únicamente por voces a capella, para que incluso tenga una versión en 8-bits.
Hoy celebramos con The Dark Side of the Moon aquella voz en nuestra cabeza que no es nuestra, discutimos su relevancia en miles de caracteres, con un hashtag denotamos su gloria, ha sonado todo el día en nuestra plataforma musical favorita, saboreamos su gloria con los audífonos que nos alejan de la realidad, de las charlas que no nos incumben, de las noticias que preferimos evitar, de las cosas que nos aquejan: todo lo que nos falta, todo lo que creamos, lo que destruimos, todo lo que hicimos que salió mal, todo lo que necesitamos, por lo que luchamos, por el ahora, por lo que fue, por lo que nunca nos podrán quitar, por esa luz que habrá después de un eclipse.
Y al final, el mismo tono que nos atrajo al sueño de la vida, nos regresará al eterno suspiro por la muerte.
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