Por José Marr @JR_Marr
¿Tienes en mente algún concierto dónde el clímax sea permanente? Porque supongo que una banda, al armar un setlist, siempre va acomodando todo para equilibrar los hits, con las piezas de culto, con las canciones más lentas, baladas, etcétera. Cual sea el caso, no es el caso de Future Islands, el trío de Baltimore que volvió a la ciudad de México en el punto más alto de su carrera tras conseguir el disco que los llevó a la fama (Singles) con un hit que los posicionó en el radar mundial y tras haber consolidado ese estado con The Far Field apenas el año pasado.
Hay que decir también que ya se reclamaba una presentación en solitario, pues las pruebas de lo que el grupo podía ofrecer en el escenario y más allá de las predicciones que creaban los videos online -y ahora hasta icónicos- de las presentaciones de “Seasons (Waiting On You)” en el show de David Letterman y Jools Holland; ya habían dejado rastro en aquel Nrmal del año 2015, así que la del 3 de Mayo en El Plaza Condesa era fecha obligada para cualquier fan o aquel que tuviese la inquietud de atestiguar si Sam Herring es un ser desbordante de energía y pasión o sólo un frontman que aprendió a dirigir su show.
Para eso, la noche fue inaugurada por Wet Baes, uno de los proyectos mexicanos que más han sido concurridos en los últimos meses. El proyecto de Andrés Jaime que también con esos toques retro ochenteros de música bailable, sintetizada y neón se ha ido posicionando en el gusto de muchos. Sin embargo, su acto pasó un tanto ajeno, si bien fungió como un buen preámbulo casi en la línea de lo que sería el show estelar, era notorio que no había verdaderos fans de Wet Baes, refiero a que el grupo de la CDMX está en ese proceso de consolidación de su fama, lo cual sin duda conseguirán ya que a pesar de lo desconocido que resultó para algunos, la impresión general fue grata entre la atención que se llevaron, el baile que generaron y los aplausos que se llevaron.
Ya con Future Islands en vísperas, los gritos estallaron desde que los músicos saltaron para arreglar algunas cosas de sus instrumentos. Pero Sam Herring, la estrella de la noche, salió hasta que el show comenzó. Un grito ensordecedor al unísono, un frontman ciertamente retraído que cambió apenas la primera frase de “Back In The Tail Grass“; es un solo clic en que Sam pasa de ser esa persona aparentemente “normal” a ese hombre poseído por su propia música. Ademanes y expresión en su rostro en “Beauty Of The Road“, despiadado en “Ran“, mordaz en los cambios de “A Dream Of You And Me” y gutural en “Cave“.
Aunque realmente el público esperaba a Herring así, era evidente el asombro de presenciarlo, cada una de estas acciones provocaba una reacción abajo del escenario; gritos más fuertes, aplausos en plena canción, saltos, etcétera. Algo igual desconcertante pero congruente, es que el papel del público con los aplausos y las ovaciones sorprendía a la misma banda, Herring se paseaba con una mirada retadora cuando terminaba un acto, como esperando a que las congratulaciones fueran más grandes que su papel, así, digamos que prácticamente cada canción se aplaudía como si fuera la última, al grado que incluso, la misma gente subía el volumen cuando se le notaba la cara de asombro a los músicos. Y no es mentira.
Fue un repaso equilibrado y justo de su discografía, entendieron que debían aprovechar su primera vez en singular para lanzar lo mejor de su repertorio. Sonaron desde aquellas “Walking Through That Door“, “Tin Man“, “Long Flight“, una “Balance” llena de adrenalina y pasos de baile inéditos, “Before The Bridge“, hasta llegar a esos éxitos como “Seasons (Waiting On You)” que por poco más fue el pico de este clímax perpetuo, así, hasta llegar a un buen extracto de su reciente The Far Field con cortes tales “Ancient War” o “North Star“.
Como ha quedado claro, la noche fue enteramente musical, de dar y recibir por ambas partes, presentes y banda. Hablaba más la mirada de Herring que tener que hacer un discurso. Igual hay que resaltar el trabajo impecable de Gerrit Welmers, William Cashion y Michael Lowry que nunca hicieron nada fuera del guión pero su ejecución en instrumentos fue impecable. El trabajo en consolas, teclado y sintetizadores siempre exacto. Y aunque cualquier predicción pudo indicar a que cerrarían con una muy obvia “Seasons (Waiting On You)“, se pudo comprobar que para la Future Islands ese lugar no lo juega la canción más famosa, sino el momento de mayor éxtasis. De ese modo una canción de su In Evening Air del 2011 llamada “Vireo’s Eyes” fue el acto donde Herring dejó ir todo rastro de energía que le quedaba entre saltos y correr de lado a lado del escenario.
Respondiendo a la pregunta con la que se abre esta crónica de Future Islands en El Plaza; es un hecho que cada persona tendrá en mente ese tipo de conciertos, uno donde no hay puntos bajos, donde prácticamente no hay calma, pero el trío norteamericano demostró que al parecer esto es algo normal para ellos, que así son sus presentaciones. Que aunque haya esos espectadores que se saben sólo una o o dos canciones, pueden lograr la inmersión a través de la emoción y adrenalina que provoca la banda y Sam Herring sobre el escenario. Por ello es que lo primero que seguro muchos pensaron al salir del concierto fue “ojalá no sea la última vez en esta relación México-Future Islands”.
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