Por Óscar Villanueva
Hace poco más de 40 años, cuatro jóvenes se reunieron en la industrial ciudad de Northhampton. Inspirados por la nueva música que había transformado la escena del país, terminaron volviéndose uno de los grupos fundadores del movimiento gótico.
Hace poco más de 20 años, después de separase en 1983 y teniendo sus propios proyectos, bastante exitosos por cierto, esos cuatro ya no tan jóvenes se volvieron a reunir para una gira llamada Resurrection y ofrecieron en el Cine Ópera uno de los conciertos más memorables en la historia de nuestra ciudad. Tan así, que el recinto jamás se ha vuelto a ocupar e incluso hay historias de un trompo de pastor que salió volando, claro no sin ser mordido antes.
Hace poco más de 20 horas, dos de esos ya definitivamente nada jóvenes, ofrecieron, en la apertura de la parte norteamericana de la gira, otro gran, gran concierto (por supuesto sin tanta destrucción material ahora) donde celebraron el aniversario de su viejo grupo interpretando completamente su primer disco In the Flat Field (así como muchas canciones más).
Resulta curioso que nuevamente haya sido en un teatro… ¿Fin y principio? ¿Omega y alfa? ¿Los vampiros que reviven después de succionarle la vida a alguien? Seguramente todas las anteriores. Lo que sí es bastante comprobable es que tanto Peter Murphy como David J se estuvieron alimentando de toda esa energía que desde el inicio el público entrego. Después de la presentación de los siempre teatrales Descartes a Kant, a la gente ya le urgía cantar las primeras líneas de “Double Dare”. En medio del silencio expectante, todo empezó con chillido de la guitarra y ¡vámonos!.
Haciendo honor a sus raíces, el audio del concierto fue duro, severo a veces, la guitarra de Mark Thwaite sonando como uñas en un pizarrón, recordándonos que lo bonito no era el principal interés de los “postpunks”, el bajo de David J, o como sería asomarse al inframundo y no poder dejar de verlo mientras nos devora, la batería de Marc Slutsky llevando el ritmo a nuestros pies porque aun con todo, uno debe moverse, y finalmente la voz de Muprhy, ese barítono que mantiene todo unido mientras cada elemento intenta escaparse.
Los momentos culminantes del concierto fueron la dupla “Kick in the Eye” seguida de “The passion of Lovers” y todo parecía indicar que con “Ziggy Stardust” era el fin de la noche, pero después de cierta incertidumbre, sorpresivamente salieron Murphy y Mark para interpretar una versión acústica de “The Three Shadows, Part II” que presentó antes como: “Queremos que se vayan a casa con éste hermoso himno”. De lagrimita seguro para más de uno.
Mientras salía del Teatro Metropolitan pensaba cuánta gente que estuvo en el concierto habrá asistido al del cine Opera. Les habría preguntado si pudiera que tanto han cambiado los conciertos de aquellos tiempos a los de ahora, ¿La gente se comporta mejor? ¿Canta más? ¿Toma menos? Y especialmente acerca del trompo de pastor volador.
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