What I do ain’t make-believe:
30 años de 3 Feet High And Rising de De La Soul
Por Ernesto Acosta Sandoval @erniesandoval_
En 1989, Public Enemy, NWA, Salt-N-Pepa, y la enorme mayoría de los actos de Hip-Hop y Rap estaban muy enojados. Sus rimas, sus ritmos, eran confrontacionales, agudos y disonantes. Parecía que ese era el presente y el futuro del género. Pero un trío de los suburbios de Nueva York, de Amytiville para ser precisos, le dio la vuelta a la tortilla y puso los cimientos para eso que se conocería como Hip-Hop alternativo. La palabra “alternativo” pocas veces ha sido tan bien utilizada. Aquí el grupo, se desmarcó de la violencia y de la furia que imperaba en los álbumes y las canciones de los artistas arriba mencionados para enviar un mensaje más tranquilo, pero no por ello menos agudo y puntual.
Con 3 Feet High And Rising, su álbum debut, De La Soul puso a girar las tornamesas con sampleos de Johnny Cash, Hall & Oates, los Jackson 5, y hasta Steely Dan, letras sobre creer en uno mismo (“Me, Myself & I”), y que hasta de pronto parecían sacadas de Plaza Sésamo (“Three Is The Magic Number”). De paso, se aventaron la puntada de crear el skit, para darle un tono conceptual a las 24 canciones que lo conforman. En este caso, el concepto es un programa de concursos en el que los tres miembros del grupo están participando y se agarran de bajada al conductor. Con canciones como “Ghetto Thang”, y sin necesidad de amenazar de muerte a nadie, De La Soul narra las vivencias de ser joven, negro y estar desubicado. Las habilidades narrativas de los integrantes del grupo son tales que casi se siente como si estuvieras viendo una película de Spike Lee, algo como Do The Right Thing. En ese tenor, el álbum es un mecanismo de defensa por parte de los, entonces, tres jóvenes que lo crearon hacia un mundo cruel y desinteresado y sin, insisto, mostrarse explícitamente enojados. Es la traducción de la cultura hippie de los sesenta a un nuevo género, su expansión a nuevos límites que nunca nadie se imaginó.
3 Feet High And Rising, treinta años después, se sostiene como una piedra angular de la cultura Pop norteamericana, como la anomalía dentro del momento histórico en el que apareció. No es un retrato de la época porque nunca lo quiso ser. Simplemente, mostró otra manera de hacer las cosas, otra forma de pintar la realidad, que no necesariamente tenía que ser oscura y pesimista. Hace un par de años, la Biblioteca del Congreso lo seleccionó para su preservación por ser estéticamente relevante, lo cual habla de un golpe social que De La Soul atestó contra el establishment y que, me parece, ni ellos alcanzaron a ver.
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