The time is now to sing my song:
50 años de Led Zeppelin II
Por Ernesto Acosta Sandoval @erniesandoval_
¿Cuál ha sido la banda más pesada de la historia del Rock? Sin contar bandas de Heavy Metal, ni ninguno de sus subgéneros, porque esas están hechas para eso. Hablo de Rock and Roll primigenio. Podría ser The Who, sí, que en su momento alcanzaban 140 db durante sus presentaciones en vivo. También podría ser Cream, que con sólo una guitarra lograban reventar bocinas cuando esa no era la norma. Yo me inclino a nominar a Led Zeppelin, y quizá a darle el galardón de ser la banda más ruidosa de la historia. Particularmente, su segundo álbum se llevaría las palmas si lo ponemos en su contexto histórico. En 1969 nada sonaba así de demoledor, con esa cohesión, con tal potencia.
Led Zeppelin II, además, se podría considerar como el padre del Heavy Metal por la fuerza que hay aquí, y por el hecho de que la banda se alejó un poco de sus raíces netamente blueseras para crear un sonido único e inédito hasta ese momento. En su debut homónimo, Robert Plant, Jimmy Page, John Paul Jones, y John Bonham, parecían más bien una banda de covers gozosos de rendirle tributo a sus héroes, pero tan sólo unos meses después habían evolucionado a ser su propia banda con su propio sonido y su propia voz. Y ese sonido y esa voz eran una demoledora que aplastaba a cualquiera que se les pusiera enfrente.
Ver a estos cuatro hombres en vivo ha de haber sido una experiencia brutal. Nada de la, ya para esos momentos, rancia Psicodelia que aun quedaba en algunos venues londinenses. Nada de improvisaciones lánguidas y etéreas. Esto era puro Rocanrol macizo y contundente, pero llevado más allá. Como si en los amplificadores hubiera habido un nivel extra más allá del diez. Y lo mejor fue que la gente los recibió con los brazos abiertos: “Whole Lotta Love”, la canción abridora, se convirtió en su éxito más grande, y el álbum en el más vendido hasta que apareció Led Zeppelin IV tres años después, fue el único que ese año sacó a los Beatles del primer puesto dos veces en cuestión de días. A la distancia, da la impresión de que 1969 fue el año que forjó el Rock de estadio que sería el estándar de la siguiente década: The Who con Tommy, los Rolling Stones dando conciertos masivos en lugares insospechados (como Hyde Park), Eric Clapton y sus súper grupos, y, claro, Led Zeppelin sonando inabarcables en este segundo volumen (“The Lemon Song”, “Heartbreaker”, “Ramble On”). Tengo la impresión de que el Arena Rock no hubiera sido lo mismo sin éste álbum, ni la carrera de la banda hubiera despegado de la manera en que lo hizo de no haberse aventurado como lo hicieron en estas nueve canciones.
No deja de ser llamativo que Led Zeppelin no es un grupo de virtuosos como tal. Ninguno de sus miembros parece desesperado por sobresalir, y son más bien como una maquinaria perfecta: Plant con su voz que va de lo suave y dulce de “Thank You” a lo más agudo y desconcertante de “Living Loving Maid (She’s Just A Woman)”; Page soltando riffs a diestra y siniestra que se han convertido en estándares para guitarristas en todo el mundo; Jones sosteniendo todo en la sombra pero siempre confiable con el bajo; y Bonham, ese metrónomo humano, preciso, escandaloso, y desbocado (su solo en “Moby Dick” es una cosa impresionante). ¿O qué? ¿A poco te les cuadras más a los Doors?
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