Arca
KiCk i
XL Recordings
8.6
En KiCk i, Arca habita una vibrante piel original que no escatima en presumir a este mundo hiperconectado.
Por Carlos Shue @shue___
Está comprobado que a los seres humanos no nos gustan los cambios, y es qué ¿por qué habría de gustarnos tener que enfrentarnos a algo desconocido cuando quizá recién nos habíamos adaptado a lo que teníamos? Puede ser tedioso pero es cierto que también representa una buena oportunidad. Si se saben sortear, los cambios eventualmente resultan benéficos; como en el caso de Arca, quien a partir de su mudanza a Barcelona encontró el tiempo para redescubrirse y para experimentar muchas cosas hasta entonces ajenas a ella, como el amor de pareja.
Alejandra es una mujer curiosa, enérgica, exuberante y divertida. Estas cualidades de su personalidad resultan ser buenos adjetivos para su música, que al final se nutre de ella y viceversa. En estos 38 explosivos minutos llamados KiCk i, Alejandra Ghersi se muestra liberada del desafío que se le planteó en su álbum homónimo de 2017 y de otros demonios que la ataban desde Mutant (2015) y Xen (2014), demonios como una vehemente tristeza, la vergüenza de ser señalada y el anhelo frustrado de vivir bajo sus propios términos. Ahora ella no se oculta viajando en Uber ni Lyft, ella camina segura para que la vean. (Cómo olvidar aquel video en el que un tipo comienza a molestarla en la calle y ella pasa de largo siguiendo su camino mientras posa para la cámara).
Para quienes han seguido su carrera, escuchar KiCk i puede ser de inicio un poco desconcertante por varios factores que de hecho representan el elemento innovador del disco, como más voces, las colaboraciones de primer nivel y un sentimiento de júbilo del que claramente carecían sus producciones anteriores. Por supuesto que este es su trampolín para saltar al mainstream, y lo ha logrado, aunque en el salto haya sacrificado la simpatía de ciertos círculos del underground latinoamericano que escuchan este disco con recelo, asegurando que este sonido ya se había hecho antes… como si fueran nuevxs en la música.
Perreo metálico pa’ lxs chicxs y baladas modernas pa’ lxs chicxs. A lo largo de los 12 tracks podemos encontrar diferentes estados de ánimo y reflexiones que van desde lo sublime como la búsqueda de la identidad hasta lo más banal que puede ser sentirse bendecida por perrear con las amigas (¿O es al revés?).
Arca cuenta entre sus referencias de la adolescencia a constelaciones como Madonna, Kylie Minogue y Aaliyah (obvio), y tiene todo el sentido cuando escuchamos, por ejemplo, “Time”, en la que nos sirve sintetizadores de la más pura estirpe del Ray of Light. Hay momentos efusivos como “Calor”, dedicada a su novio Carlos y que responde a una pregunta que le atormentaba hasta que lo conoció: “¿Cuándo voy a encontrar a alguien a quien pueda amar y con quien pueda ser yo misma?”
Parte de su salto al mainstream –que tampoco es el de Radio Disney sino el del mundillo extendido del friendly indie vía Pitchfork–, ha sido su prolífica relación con Björk, quien ahora le devuelve el favor participando en “Afterwards” cantando el poema “Anoche cuando dormía” del español Antonio Machado; una canción que provocó lágrimas en Alejandra la primera vez que la escuchó, pues le recordó a su experiencia con Homogenic (1997) de la islandesa.
Hay muchos momentos destacables en este disco y la realidad es que en cada uno de ellos hay otros microcosmos en los que vale la pena adentrarse y escuchar una y otra vez. KiCk i es un ‘grower’ definitivo. Una colaboración estelar es “KLK” con Rosalía –a quien por cierto intentó meter en el mismo track que a Björk pero no se concretó–, que lamentablemente pierde fuerza por desarrollarse en un lugar común que si bien está bueno para el bellaqueo, se siente predecible ante otros tracks como la intrépida “Watch” en compañía de Shygirl (si no la conoces, tienes que escucharla YA), o “Riquiquí” que es una locura que te deja pensando cómo se ve una gata en cámara lenta. Incluso “La Chíqui” con SOPHIE ya no es tan emocionante a estas alturas del disco. Para cerrar, “Machote”, una reinterpretación (musical y de género) de “Quiero Una Chica” de la agrupación Latin Dreams que marcó a Alejandra durante su adolescencia en Venezuela. “Una balada para estadios” es como define a “No Queda Nada”, el último track que también es una carta de amor para Carlos, inspirada en Selena, una figura con quien Alejandra se identifica por sus raíces latinas y su impacto en el mundo.
KiCk i representa pues el disco más ambicioso de Arca hasta ahora, no en un sentido explícito de popularidad y ventas sino de autoexploración sonora y proyección de nuevas emociones y experiencias. Aquí no pretende descubrir el hilo negro produciendo lo que nunca antes se había hecho, ni siquiera busca adelantarse a las tendencias; aquí simplemente está compartiendo la dicha de su plenitud como una mujer enamorada que por un lado puede sentir apasionadamente mientras se entrega a su amado y que por el otro puede olvidarse de todo y divertirse con sus amigxs. Este disco es una introducción que plantea algo que será interesante descifrar: Si esta es la primera entrega de una serie, ¿qué encontraremos en el siguiente acto?