Foto Sadi @sadisky
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Luna
Por Diego Álvarez Rex
La mejor manera de sacarle provecho a una de las cabezas del cartel es ponerlo a tocar dos veces en formatos distintos y, siendo Luna el mismo ensamble que Dean Wareham usó para su set de Galaxie 500 la noche anterior, la segunda vuelta para sus seguidores o bien, segunda oportunidad para quienes no estuvieron el día viernes, fue otro gran punto a favor del Festival Marvin.
Si Galaxie 500 es de culto, Luna es de “súper culto” ya que a pesar de tener más de 30 años de actividad continua, están lejos de tener la misma popularidad que contemporáneos como Yo La Tengo, Wilco o Modest Mouse (aunque su ejecución y discografía no le pide nada a los mencionados). Aún cuando se tuvo otra vez un quórum muy pobre para ser “Headliner”, de igual manera las primeras filas estaban muy al pendiente de cada canción como si de un milagro se tratara. Un set que se esforzó por comprender toda su discografía en menos de una hora, abrió con “Slide” de su primer álbum y se fue de corrido por clásicos como “Chinatown”, “Friendly Advice” y hasta un cover a The Cure perteneciente a su álbum de reversiones de hace un par de años.
Delicado, íntimo y muy emotivo, quienes estuvieron ahí sintieron como se les apretó un poquito el corazón al escuchar esas canciones; y aunque nos hubiera gustado verles más tiempo, en un formato menos enredoso de pulseras y accesos, que hubiera más gente y otros tantos factores, damos gracias porque sucedió. Hasta su cover a Beat Happening se hizo presente y por un momento todos nuestros problemas parecieron esfumarse.
Foto Sadi @sadisky
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Gilla Band
Si Dean Wareham y compañía fueron el gancho para la vieja guardia y las bandas “de culto” que el festival suele traer, Gilla Band pintaba para ser el “golazo” a las generaciones más jóvenes y deseosas de Post Punk, Noise y Avant Garde. Una de las bandas más laureadas de los últimos años en todo el circuito de festivales europeos, reseñas a sus lanzamientos y hasta su decisión de cambiarse el nombre de “Girl Band” a Gilla Band; ¿Cumplió con lo esperado? ¡Oh Dios que si!
El último álbum de los dublineses incluye sus composiciones más aventuradas y complejas, por lo que al principio del show la gente parecía que no sabía que estaba viendo, no sabía si brincar, ponerse a pensar o al menos cerrar la boca del shock. Todo iba normal, hasta cierto punto sospechosamente calmado hasta el momento de sonar “Holding Hands with Jamie” de su álbum debut, cuando oficialmente el mosh pit se hizo presente; y es gracioso porque justo se veía bailando y azotándose a otros promotores, otras bandas, mánagers, bookers, etc, algo así como la “bolita VIP” que no hizo más que reforzar que este año el festival se sintió muy ajeno a lo que nos tenía acostumbrados, por razones económicas, de curaduría o accesibilidad, aún queda esa espinita de haber dado para mucho más este y los demás headliners.
¿Qué puede uno decir de canciones como “Laggard”, “Eight Fivers” y “Heckle the Frames” en vivo? Tienen que estar ahí para experimentar esa explosión que pareciera no tener pies ni cabeza pero es una intensidad que llega a los poros. Guitarra, bajo, batería y voz, no necesitan más. Pesados, rápidos, cambiantes, absolutamente fuera de lo común: realmente sus directos son los mejores que uno puede presenciar hoy día. Gracias Festival Marvin, después de todo este caos ahora necesitamos un serio descanso.
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