Festival Aural: Melvins @ Lunario del Auditorio Nacional

Melvins

Descartes a Kant

Texto y Fotos: BigIdeas (OzCorp)

Well, what kind of music is this?
This isn’t metal, it’s not punk What is it?
-Jack Endino

En realidad era bastante lógico cuando uno se pone a pensarlo con detenimiento. Esa clase de pesadez no podía traer nada bueno en los lugares donde se presentaba. Así de sencillo. Toda acción conduce a una reacción; Japón y Nueva Zelanda las sintieron. Nuestra ciudad era la siguiente. Muchos pensaban que se avecinaba una catástrofe, pero en el fondo sabían que valdría la pena, después de todo, no todos los días vienen una de las bandas precursoras del sonido que cambio todo a principios de los noventa.

Los Melvins traen guardados en sus guitarras y sus amplificadores los sonidos primordiales que le dieron origen a la tierra. Cuando los conectan, se libera la energía de la creación. Con las primeras notas de “The Water Glass” rugiendo alrededor del lunario los pocos hipsters que pudo haber salieron disparados hacia la puerta y los enclenques ya habían ensuciado su ropa interior. El concierto se volvía un prueba de fortaleza y solo los más rudos llegarían al final. Destruidos, agonizantes, pero orgullosos de haber soportado la furia de un volumen que supera por mucho el once. Buzz Osborne en alguna vida fue domador de dragones y con su voz los mantenía en orden. En esta vida cambió su látigo por una guitarra, y con el más pequeño movimiento su bandada termina anonadada y lista para cumplir sus órdenes. Dale Crover de niño seguro fue como Bam Bam, usando un garrote para básicamente comunicarse con el mundo. Ahora junto Coady Willis, hacen que la tierra vibre por donde caminan, tocando uno al lado del otro, como un espejo donde cada uno constantemente intenta superar la furia de su compañero. Y finalmente Jared Warren descarga la pesadez de su bajo como si fuese una grúa demoliendo un edificio del que no debe quedar nada más que polvo.

Las canciones se suceden a lo largo de una hora y media, “Revolve”, “Hooch” “Joan of Arc”, entes de una voluminosa masa mientras intentan arrastrase en el lodo. El slam desde un principio no se hizo esperar. Sudor y cerveza empapa a todos por igual. Pero es imposible estar quieto ante tales embates. Para cerrar la noche, una verdadera bomba, “Sacrifice”, original de Flipper cae con una abrumadora fuerza, es inútil resguardarse. Mejor ponerse flojito y esperar que no duela tanto. Así de sencillo. Uno a uno la banda abandona el escenario, como bombarderos alejándose del territorio destruido. La música de Happy Days nos saca del trance, nos hace recordar que en realidad todo fue una gran broma, un exagerado caso de indigestión, la vida es bonita y vámonos a cantar Cumbaya y oler florecitas.

En México no tembló con la visita de los Melvins, sin embargo el Lunario no se escapó de su buena sacudida.