Fotos: BigIdeas (OzCorp)
Por fin se me hizo ver a The Raveonettes como debe ser en un lugar acogedor e íntimo con un maravilloso sonido, músicos complementarios y con sus propios instrumentos. Paciencia, necedad y algo de suerte fueron los ingredientes necesarios para lograrlo. La Sala Bikini es un lugar pequeñito, ligeramente más grande que el Imperial, escondido bajo tierra, adentro de una plaza comercial. Sin embargo, eso no le impide tener un potente sistema de sonido y un juego de luces bastante envidiable.
Además otra cosa que se agradece es que los conciertos empiezan temprano, así uno no tiene que andar esperando horas, sin otra cosa que hacer que beber o picarse los ojos. A las 8:30 en punto salió la banda abridora con el grupo local llamado Versátil, que aunque no sonó mal, no logró prender al público sino hasta su última canción.
Faltando veinte minutos para las diez, el dúo integrado por Sune Rose Wagner y Sharin Foo salieron al escenario acompañados por dos personas más que se encargarían de tocar percusiones conjuntamente expandiendo el sonido, así como hacer vibrar la tarima, paredes y suelo del recinto.
Presentaron principalmente material de su nuevo disco Raven in the Grave (siete de las nueve canciones del disco), las cuales se alternaron bien con el material mas shoegaze y garage de sus producciones anteriores. La primera canción del disco es también la primera en ser tocada, “Recharge and Revolt”, sentando las bases de lo que se escuchará a lo largo de la noche: dulces armonías vocales, ritmos caracterizados por un persistente sentido de urgencia y escape, altas dosis de distorsión en un volumen que se incrementa conforme pasan los segundos. Pero todos estos elementos funcionan perfectamente. Una mezcla que alegra el corazón y hace agitar la cabeza. Las nuevas rolas desfilaron una tras otra y no es sino hasta la cuarta que empieza a salir el material viejo: “Dead Sound” del Lust Lust Lust. De ahí en adelante la sala (que estaba bastante llena) se animaría aun más de lo que estaba y el movimiento de cuerpos sería cosa común hasta el final del concierto, el cual cerró con una versión muy encantadora (pero pesadísima) de “My Time’s Up”. La gente pide más y regresan con dos más: otra del nuevo y “Aly, walk with me”.
Como mencioé al principio, por fin se me hizo, mientras desaparecen las últimas notas del feedback, y mis oídos están chillando, mi cabeza está feliz de haber disfrutado de una gran noche.
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