Por Señor Malhaje
Kiko Veneno es un personaje mítico, imprescindible, en la música española, tanto por su papel crucial en la escena del rock andaluz dentro del grupo Veneno. Sus colaboraciones con Camarón de la Isla, como su capacidad de mezclar ideas, mundos, imágenes costumbristas y modernas en sus canciones populares donde tienen cabida Spiderman y Joselito el Gallo, referencias pop y también locales (botellas de Coca-Cola llenas de vino de Chiclana). De su carrera en solitario, quizás sea Échate un cantecito (1992) el disco donde mejor conviven todos esos elementos, una referencia que este año ha cumplido 20 años y que, por eso mismo y por ser el disco que, según el propio Veneno, hizo que no dejara la música, se homenajeó por el propio artista y su banda en un lugar y momento idóneo: Una Sala Apolo llena de un público deseoso de ver en directo esas canciones que llevamos escuchando dos décadas.
Salió solo con su guitarra en primer lugar para tocar un par de canciones prescindiendo del resto de músicos, un momento íntimo en el que destacó la preciosa “La casa cuartel“, coreada por muchos, un momento difícil de olvidar. Salió después la banda y comenzaron las canciones de hierro y cromo, “Lobo López” la primera, dejando claro que no han envejecido lo más mínimo, en todo caso han ganado con los años (al menos para un servidor, que tenía apenas siete años cuando empezó a escucharlas en el coche de su padre). La primera parte del concierto fue lo que la gente vino a ver, las canciones tocadas en un orden más o menos como el del disco, un sonido más que competente, unos músicos disfrutando tanto como el público, que se emocionaba con cada canción (piel de gallina, lagrimitas que se escapaban) a la vez que bailaba con alegría y cantaba cada verso. Kiko, por su parte, reconstruía las canciones, las variaba. Se le veía entregado, agradecido, y sintiendo cada canción como el primer día. Destacaron “Echo de menos“, “Salta la rana“, “Joselito” y “En un Mercedes blanco“, con al que finalizó su repaso al mítico repertorio.
Después vino un descanso de quince minutos, un cambio de camisa y la vuelta al escenario para tocar alguna canciones de su último disco Dice la gente (2010), como “Campeones de la suerte” o la homónima “Dice la gente“, otras canciones antiguas (“Veneno“, “Respeto“, “Satisfacción“) e informar al respetable de que acaba de grabar un disco con Refree (supongo que el artista catalán ha hecho de productor, esperamos con ganas oír los resultados). Para la recta final del concierto, en un estado de entrega total, el público comenzó a gritar “Kiko president“, a lo que el cantante respondió con una broma acerca de meterse a político. Aparte del chascarrillo, se negó explícitamente a hablar de los pormenores de la política española para centrarse en el “corazón de la gente, que es lo que importa”.
El concierto, que duró alrededor de dos horas que se pasaron volando, terminó con un bis hecho casi a regañadientes, una sola canción: “Volando voy“, himno total que sale de los límites del flamenco (como lo hizo Camarón cantando esta y otras muchas) para entrar en lo universal. Al terminar, reverencias, agradecimientos en las dos direcciones. Una noche que no se podrá olvidar fácilmente, unas canciones que nos acompañarán para siempre.
Video: Kiko Veneno /// Dice la gente