Creo que sólo la palabra grandioso podría describir el concierto de ayer, tanto por la música como por la cantidad de gente ya que estaba la Roma Sinfonietta y el Coro de México. De entrada Ennio es uno de los grandes maestros en cuanto a la musicalización de películas ya que ha trabajado con Pier Paolo Passolini, Guiseppe Tornatore, Bernardo Bertolucci, Brian de Palma, Pedro Almodóvar, Clint Eastwood, Martin Scorsese, Roman Polanski y Oliver Stone, entre otros.
Curiosamente los conciertos de rock nos tienen acostumbrados a que todo suene a todo lo que da, y en este concierto nos recordó que no siempre debe de ser así, ya que tenía el volumen justo para escuchar tanto el sonido emitido por el instrumento, como las bocinas.
El programa del concierto en el Auditorio Nacional fue desde la película Los Intocables, Sostiene Pereira, La clase obrera va al paraíso (que curiosamente esta “pieza” es una en las que se nota las ganas de experimentación en su música), Supongamos que una noche cenando (en la que uno se podría imaginar cenando en un restaurante de Manhattan con una vista privilegiada de Central Park, mientras te ofrecen un Ferrero Rocher en la cena del embajador y de lejos te salude con la copa el Muñecón y la agente 69, por su sofisticación), etc.
Obviamente las partes más emotivas fueron las de El bueno, el malo y el feo, en donde el Coro de México y la soprano Susana Rigacci hicieron que a todos se nos pusieron la piel chinita mientras veíamos como arbustos rodantes atravesaban el escenario; no por nada Quentin Tarantino* tiene una fijación por su música. Los otros momentos célebres fueron cuando sonó la música de La Misión y Cinema Paradiso, en uno de los tres encores que realizó el músico. La verdad la gente salió muy feliz por ver a una persona que le dió un giro a la musicalización de películas.
* Ya que estamos en eso de la musicalización de películas, me llegó de efecto rebote la moda (tarde pero me llegó) el soundtrack de Death Proof de Quentin Tarantino, que tiene unas joyitas invaluables como esta para bailar a go gó como si anduvieras en un Cadillac color pastel con la radio a todo volumen
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