Por Diego Álvarez Rex
Fotos Óscar Villanueva (Flickr)
A pesar de la exposición que revistas, libros, películas y sobre todo Internet pueda darle a artistas que varios no considerarían posible ver en México algún día, por esfuerzos de promotores y agentes en la industria hemos tenido visitas inusuales de figuras como Daniel Higgs, OFF!, Daniel Johnston, Arto Lindsay y hasta de The Ex, pero sin duda alguna a todos nos agarró por sorpresa el hecho de que Lydia Lunch se fuera a presentar en Cine Tonalá al lado de la mitad de Étant Donnés.
Con poco más de apenas un mes de antelación, la noticia de que la cantautora, prominente figura del No Wave neoyorquino y famosa no solo en la música sino en el cine y la literatura independiente, se esclareció como parte de la programación del festival de cine capitalino Distrital y su ya tradicional concierto de su sección dedicada a la música: Cuadrante, y con boletos que volaron en cuestiones de días, el complemento sonoro a la premier en México de Infinite Dreamers (2016), documental-diario dirigido por el mismo Marc Hurtado de Étant Donnés sobre la vida de Alan Vega y Martin Rev, es decir Suicide, el concierto que rápidamente se cotizó como misa papal.
Sí de por sí pocos creíamos real el hecho de que viniera Lydia Lunch a dar un concierto a México, desde lo poco conocida que pudiera ser o a lo esporádicas que se han vuelto sus presentaciones en vivo, más sorpresa fue entender que sería un set enfocado en temas de Suicide, y cuando por fin llegó el día del concierto cuyos limitados boletos se elevaron a casi en triple de su precio, promotores, miembros de bandas, artistas locales y por supuesto seguidores abarrotaron la sala de cine en la colonia Roma con lleno hasta en los pasillos que, al momento de apagar luces y ver proyecciones de Alan Vega en el fondo, lo imposible sucedía: Marc Hurtado y Lydia Lunch interpretaron más de una hora de Suicide en México.
La composición de la noche, Marc Hurtado + Lydia Lunch / Alan Vega fue resultado de un poco sonado disco en colaboración de los tres hace ya casi seis años, donde se re-trabajó una selección de Suicide como un álbum llamado Sniper, y que eventualmente desenvolvería en el proyecto entre el francés y la norteamericana My Lover the Killer, el presenciar y escuchar en vivo estos temas como “Sacrifice”, “War” y la que le da nombre al álbum, contrastando con clásicos como “Harlem”, la maravillosa “Dream Baby Dream” y la espeluznante “Frankie Teardrop” fueron sucesos sónicos tan disruptivos como disonantes. Agresivos, directos e impactantes con todo y dos apagones totales debido a fallas técnicas.
Lunch improvisó sobre las piezas integrando frases a canciones como sí de poesía se tratara, gritando e intercambiando micrófonos con efectos, siempre respaldada por los desgarradores gritos de Marc evocando la esencia clásica del dueto de Punk pionero en la electrónica al que se le rendía tributo esa noche y mientras las proyecciones del fondo mostraban ciudades, galerías y calles vacías, la ferocidad de la música fue el verdadero protagonista esa noche, y sin agradecerle a nadie más que a Alan Vega y Martin Rev por la excusa de presentarse en México, los dos músicos desaparecieron de escena dejando a todos con ganas de más pero con un zumbido de oído que seguro duró días.
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