“Me gusta la idea de abrir espacios oscuros de la mente, ampliar el paradigma y no seguir perpetuando cánones musicales”
Maifersoni
Por Carolina Vaccia, corresponsal en Sudamérica
Hace algunos días, en el Centro Cultural Matucana 100, en Santiago de Chile, Maifersoni, presentó el vinilo de su segundo disco Maiferland (Acto de amor), destacado por MHR como uno de los mejores del 2015. La banda – proyecto personal de Enrique Elgueta – ofreció un show de esos que hacen vibrar y que secuestran los sentidos. Fue lo más parecido a un viaje musical en que el público se dejó llevar y conquistar con una propuesta en perfecto equilibrio entre la complejidad y la empatía emocional.
En un contexto musical chileno altamente variado y de muchas, y muy buenas bandas, destacar no es sencillo. Pero hoy, Maifersoni es un nombre infaltable en las conversaciones de los que disfrutan de la buena música y no es casualidad. Con este segundo trabajo (que contó con la producción de De Janeiros, dupla compuesta por Pablo Muñoz y Milton Mahan de Dënver y que fue masterizado por Francisco Holzmann), la banda, logró captar la atención de los melómanos y los no tanto. Es un disco que supera las barreras del gusto; que está por sobre la contingencia y las modas pasajeras.
Maiferland (Acto de amor) es una continuidad de canciones, intencionalmente sin formas convencionales, que entre otras cosas destaca por atreverse a trabajar con nuevas sonoridades, y que, valiéndose de una experimentación con sentido e intención, da la sensación de estar escuchando algo único. Es un disco que consigue activar la adicción, que puedes – y quieres – escuchar cientos de veces, porque te gusta, pero también, porque cada vez que lo escuchas te encuentras con un nuevo rincón, con una nueva esquina que te invita a quedarte y, simplemente, disfrutar.
Después de escucharlos en vivo, surgió mi espontánea ansiedad de saber más acerca del origen del proyecto y de la trayectoria de Enrique, pero también de su relación con la música, del proceso de profesionalización al sumarse a las líneas del sello local Quemasucabeza, de su visión respecto de la creación artística, sus planes y la próxima visita a México (programada para junio para la segunda edición del Festival Neutral).
“¿Qué te puedo decir? Buenísimo el disco, te felicito”, es lo primero que le digo a Enrique a penas lo veo. A él le da un poco de pudor; se nota que no es de los músicos acostumbrados a la exposición, a los flashes y, por suerte, no es de los que tiene respuestas preparadas. Sin embargo, tiene las ideas claras y, por sobre todo, ganas de hablar de música, compartir su visión respecto de la misma y su historia.
Si te digo “música”… ¿En qué piensas?
Una relación indomable. Es una fuente muchas alegrías; una fuente de felicidad. Es capaz de llenarte el espíritu. Es una fuente también de muchas ingratitudes, de mucho esfuerzo, mucho sacrifico y toxicidad en el medio. Si tú decides relacionarte con eso, sabes que va a ser difícil de llevar.
¿Cuándo te viste como músico?
Ser músico es algo que sigo pensando hasta ahora. Hoy hay un nivel de exposición que antes no tenía, significa un estilo de vida que aún no asumo. Tengo una doble militancia. Por una parte dedicar todo mi tiempo libre a la música y a la vez tener que trabajar (es periodista) para financiar e invertir en la música.
¿A quiénes admiras musicalmente y por qué?
A muchos, pero se me vienen a la cabeza Damon Albarn y Aphex Twin. Damon Albarn es una influencia muy vigente, es disperso musicalmente y yo me siento así; es un tipo capaz de hacer canciones muy Pop y, dentro del Pop unas muy festivas o muy tristes. Y Aphex Twin, por el discurso detrás de la música. Syro es el primer disco que sacó después de 16 años. Fue un disco poco taquilla (cool), pero que volvió a poner en el centro en qué estábamos en la música electrónica. Es un disco difícil de escuchar porque no es pop; tuvo el reto de abrir espacios dentro de la gente y eso me gusta.
¿Cómo nace Maifersoni?
Después de varias experiencias fallidas con bandas, dije: tengo que tocar solo. Maifersoni nace con el primer disco (Telar deslizante, 2010, editado por el sello Michita Rex); ahí dije: este va a ser mi proyecto y lo que va a canalizar todas mis inquietudes musicales. Va ser un proyecto de vida.
Pensando en los dos discos, Telar deslizante (2010) y el actual Maiferland (Acto de amor), ¿hay un principio musical en el proyecto?
En lo esencial el principio es el mismo. Canciones relativamente largas, como un viaje musical, como una experiencia. Mi inspiración para hacer música, es poder recrear las emociones que me inspira la propia música. La música, más que algo social, es algo que se comparte desde un mundo interior.
Más allá de los estilos, ¿con qué te identificas musicalmente?
Me gusta pensar en lo que hace Stereolab, porque es un menjunje de muchos estilos. Mi proyecto también lo es. Es hacer música desde una posición desprejuiciada y yo también me siento desprejuiciado. Maiferland (Acto de amor) es un poco eso; hay canciones Pop y otras que no tienen que ver nada con el formato Pop; hay unas mucho más largas, más instrumentales. Cada canción es un mundo y hago lo que amerita para cada una.
¿Qué es lo único de Maifersoni?
No quiero caer en la pretensión… podría decir que son pasajes musicales; son canciones que van sucediendo musicalmente y líricamente. Las canciones que hago no tienen una estrofa y un coro, no repiten frases. Es como una historia, no hay tanta matemática… las formas tradicionales no me alcanzan para hacer una canción, no importa el tiempo.
¿Cómo ha ido evolucionando Maifersoni? ¿Qué caracteriza al proyecto hoy?
La Madurez. Antes era mucho más pudoroso en cuanto a mis letras y a mi voz. Este es un disco más extrovertido. Voy a cantar; bueno, no tengo una gran voz, pero es la voz que mi música necesita… no puedo seguir escondiéndome de mi propia música; no me da vergüenza hablar de amor y de cosas que cualquier persona podría interpretar como cursi o que expone tu sensibilidad.
¿Te quedaste conforme con este segundo disco?
Más que conforme, tranquilo. Creo que logró captar atención y sintonía de algunas personas. Lo que más me gusta es que todavía se sigue entendiendo. Lo que yo hago no es conocido. Si voy a tocar, ojalá que vaya mucha gente, pero lo que yo hago está lejos de ser algo popular; no es una minita de oro comercial. Es música que requiere un proceso lento.
¿Y cuál es la ventaja de no ser “una minita de oro”?
Estar tranquilo contigo mismo y con tu obra. Entendiendo la música como una pretensión artística y no como un mero acto de entretención. Me representa, este es mi granito de arena y no necesariamente a todos les gusta.
¿Qué significó entrar al sello Quemasucabeza?
Le aportó un sentido de profesionalización a mi trabajo. Gestión de fechas y prensa. Yo por mí mismo no lo hubiera logrado. Rodrigo Santis (a la cabeza del sello) y quienes están en el sello son personas muy respetuosas de lo que haces. No se metieron en nada de los aspectos musicales. Su misión es profesionalizar la carrera de distintos músicos y me siento un agradecido, porque apostaron por mí.
Vi llegar gente escéptica al show e irse enamorada de la banda. Siento que pasa algo con el “en vivo” de Maifersoni que es especial, ¿cómo te sientes cuando estás tocando?
Es una experiencia especial y muy distinta al disco. El show en vivo tiene que ver con la banda y los espacios que nos damos. Nos comunicamos haciendo música. No soy de hablar mucho, ni uso recursos ornamentales de espectáculo. Generar esa comunicación con el público sólo a través de la música es lindo. Yo no soy un tremendo front man. No hablo mucho con el público porque no tengo tanto qué decir, y me siento incómodo con la posición de alguien que tiene que entretener. Sin embargo, la gente se entretiene igual y termina conociendo una banda que no conocía y que los remece.
¿Qué rol tienen los músicos que vinieron a acompañar este proyecto personal? (Pipa Ugarte, batería; Juan Pablo Órdenes, guitarra; Daniel Ramos, bajo; y Estefanía Romero –Zota-, en sintetizadores)
¡Muy importante! Hoy se la logrado una formación con la que me siento contento porque se logran cosas que no pensaba. Tengo una composición, la grabé en el disco, pero cada vez que tocamos, se generan muchos pasajes musicales que nos corresponde a todos. Y eso es por lo que siempre quise tener una banda. La colectividad me gusta más que la individualidad.
¿Un sueño?
Relacionarme con la música desde una posición de libertad; tener todo el tiempo para dedicarme a esto. No tener que trabajar en otra cosa. Vivir de esto, no como rico, pero vivir tranquilamente, lo cual es muy difícil y no creo que ocurra nunca. También que se me considere para componer en una película por ejemplo y armar proyectos paralelos.
Si tuvieras una misión musical, ¿cuál sería?
Ampliar el sentido de tolerancia musical en las personas, ser poco complaciente. Siempre hay paradigmas musicales, el Pop tiende a ser complaciente con el público. Me gusta la idea de abrir espacios oscuros de la mente, ampliar el paradigma y no seguir perpetuando cánones musicales. Yo intento hacer lo mismo, intentar ampliar, desde mi posición que es mucho más humilde, los horizontes del Pop.
En esa línea, ¿cuáles proyectos musicales chilenos actuales recomiendas?
Es difícil hablar de eso, porque es impresionante la cantidad de proyectos que hay. Con los que yo me siento más identificado o los que más me hacen sentido, son Ayeaye (Carlos Reinoso, ex Mostro), Las Mairinas (proyecto de Walter Roblero, Congelador); escuché el disco de Niños del Cerro y me gustó mucho; también me gusta Columpios al Suelo, que es una banda que nada contra la corriente. Todo el mundo está haciendo canciones complacientes, pero ellos no.
Muy pronto tocarán en México, ¿cómo te sientes con eso?
¡Oh con muchas ganas! Salvo Zota (sintetizadores; y que participa en proyectos como Fakuta y Caravana), el resto es primera vez que va. Hace no mucho lo veía como una posibilidad bastante remota, así que es la zorra (chido) que ya no sea así. Todos vamos a aprovechar al máximo la oportunidad de tocar allí. Uno siente mucho respeto y admiración por México, y por cuestiones que superan lo musical. Para efectos de la visita próxima, ojalá que sí cobre un significado especial una vez que estemos allá, hasta el momento es un país que no he experimentado.
¿Con qué esperas encontrarte en México?
Creo que, de alguna forma, todo lo que suceda allí será fascinante, pero lo que más me interesa es encontrarme con un país que siente mucho respeto por su historia, una cuestión que en Chile no existe. Me interesa conocer esa dinámica así que pretendo pasear harto. ¡Manden datos!
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