Por Diego Álvarez Rex
Fotos Lulú Urdapilleta (OCESA)
Nunca está de más sacar a flote el hecho de que esta reunión a muchos los tuvo desde un principio con sentimientos encontrados, por un millón de razones que involucraban su credibilidad, calidad y mérito pero, independiente a lo que pudo haber detrás, estar ahí y verlo con tus propios ojos fue una de las mejores y más contundentes experiencias de Hard Rock que haya albergado el Foro Sol en más de una década.
Con pocos meses de antelación y sin ninguna excusa dada de modo explicito, Axl Rose, Duff McKagan y Slash anunciaron sus primeros conciertos como “Guns N Roses” en más de 15 años confirmando su regreso a los escenarios apareciendo en el festival Coachella y ¿El Foro Sol? ¡Mexicanos suertudos! Posteriormente se anunciaría una gira de estadios completa que igualmente pasaría por Canadá, pero la parada en nuestra capital representó un revuelo mundial que fue creciendo y creciendo hasta volverse dos fechas con The Cult como telonero invitado y un vocalista en silla de ruedas, que para la primera suscitada anoche, la emoción entre el público y la calidad del concierto fue tan grande que hasta por momentos el mismo Axl se veía feliz.
Desde que se abrieron puertas la sección de General A estaba ya llena, y sumando la “sorpresa logística” de que se liberaran más boletos y por un momento el espacio se sintió como vagón de metro en hora pico, la lluvia no amagó la presentación de The Cult como acto telonero sino al contrario, la volvió una experiencia épica; muchos lo saben pero otros no, pero Ian Astbury y compañía son una banda que en México en su momento pudo llenar un Palacio de los Deportes, y pasando por escenarios más pequeños, una visita como vocalista de turno en The Doors y una última aparición algo desangelada, The Cult se mostró en más que excelente forma y con un nuevo álbum bajo el brazo perfectamente acoplado al ambiente de Rock n Roll del evento.
“Wild Flower”, “Rain”, “Sweet Soul Sister” y “She Sells Sanctuary” no solo fueron reconocidas por algunos, sino recibidas con una merecida ovación tras un set verdaderamente castigador, la banda realmente es una presencia en vivo que bien pudo haber opacado a los mismos californianos que, una vez acabada la aparición de los británicos que no perdieron oportunidad para remarcar su pasión y amor por México, específicamente por las culturas indígenas en un horrendo español, la duda reinó si saldrían a tiempo o la inclemente y volátil personalidad de Rose tendría a todos pidiendo taxis a las de la mañana pero, al momento de probar la pantalla del fondo y apagar las luces el grito durante las primeras notas de “It’s So Easy” no fue solo de emoción de verlos, sino de que salieran milagrosamente a tiempo.
El trono de Dave Grohl es ridículo en su propia existencia, y durante los primeros minutos de Axl meciéndose de un lado a otro sentado no hubo otro que sintiera algo de pena ajena, pero en pocos minutos de concierto, que siguió brutal con “Mr Brownstone” muchos hicieron caso omiso hasta de las inserciones de Chinese Democracy tan forzadas pero al menos de sus mejores canciones; tal vez la euforia de escuchar en vivo con bajo, guitarra y teclado original (vamos, mención a Dizzy Reed) “Estranged”, “Double Talkin’ Jive” y “Coma” a muchos les nubló la objetividad, pero hay que reconocer que la química en el escenario está completamente ida, si bien la inmovilidad de Axl limitó mucho la interacción, jamás se voltearon a ver a la cara Duff, Slash y Axl, específicamente Slash sin expresión alguna o inclusive de “Ya que se acabe…”, exceptuando al final del evento donde se dignó a mostrar una sonrisa al despedirse.
El concierto avanzó como un clásico de la banda, bailarinas, pirotecnia, improvisaciones instrumentales y sus literalmente eternos covers desde Bob Dylan y Wings hasta Misfits y The Who, pero mientras la primera mitad fue la agresividad y velocidad de la banda bien ejecutada, sonada con dignidad y dosificada de decibeles para ocultar un poco la voz ya no tan capaz de Axl, la segunda porción del concierto fueron temas más lentos, casi puras baladas como “Sweet Child O’ Mine”, “November Rain” y “Knockin’ On Heaven’s Door” hasta llegar al encore de “Patience” y el cierre de “Paradise City” como última excusa para desquitar el precio de los boletos y acabarse las suela de los zapatos que desde cuarentones hasta quinceañeros juraban como la mejor noche de sus vidas.
Cuando mucho un “Hola y adiós” de parte de los integrantes, mitad alineación clásica mitad músicos de la última encarnación de Axl Rose, que sea cual sea el motivo detrás, sí paz interior o un último saqueo a la nostalgia, el concierto fue impresionante, Duff y Slash dejaron ver todo su talento y que los rumores de tendinitis, artritis o cual fuera lo que los tuvo fuera de acción en algún momento están lejos y tienen aún muchas ganas de sangrar instrumentos. La primera de dos noches fue sublime desde el asiento de Axl hasta las gradas del fondo, más de 20 canciones y dos horas de Hard Rock parece que le darán oportunidad a Guns N Roses de limpiar un poco su nombre y dejarlos bien parados tras décadas de mediocridad. Tal vez este sea un factor importante que muchos no han tomado, tras esta gira el recuerdo de la banda sin duda quedará limpio y una vez más en el pedestal que en algún momento merecieron.
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