Por Chulo Castizo
Fotos Roja (Claudia Ochoa)
Como marco, el Lunario, un fantástico lugar entre el Campo Marte y el Auditorio Nacional, y que flanqueado por sendos teatros, sirve para ensalzar en esta edición Promusicae como la mejor apuesta para escuchar la música que viene de España. En escena se presentaron las guitarras de León Benavente junto con las de Rozalén, y el piano de Pablo López.
Rozalén contagia desde el primer acorde, frescura y sensualidad, una puesta en escena con una dupla de guitarras españolas junto con una coreografía de lenguaje de signos, le dotan de una fuerza visual llena de sentimiento e intimidad, un canto a la alegría, al amor, y a la nostalgia en temas como “80 veces”, “Comiéndote a besos” o “Vuelves”. Un descubrimiento con ecos a Amparanoia, Bebé, Malú o La Bien Querida.
León Benavente se dio de nuevo una vuelta por la Ciudad de México para presentar 2, la continuación de su aclamado primer disco.
Desgranaron con contundencia y savoir faire un set de apenas 30 minutos, dando a conocer los nuevos temas; “California”, abrió la noche con furia, es un tema con un sentimiento tan escapista que se siente como el eslabón que une ambos trabajos, como la continuación de aquel, el contestatario y ruidoso single de presentación. “TipoD” puso las primeras y alocadas notas para el baile, en “La Ribera” ya nos atraparon a todos con ese estribillo tan The Clash, con un Abraham Boba que intercalaba tanto agradecimientos como jaleaba al público, con “Gloria”, una canción tan de malas vibras como arriesgada siguió en la tónica ascendente sin un momento para el aliento, pues con “Aún no ha salido el sol”, y parafraseándoles, salieron a borbotones la alegría entre los asistentes en este momento tan especial que era verles de nuevo.
Sin apenas espera, pero, apremiados por los tiempos, presentaron la composición que resume su última experiencia en el país, un tema pensado y escrito para la Ciudad de México y que bajo el títuto “Habitación 615” ponía bajo los focos la tensión de aquellos días, y lo enternecedor de comprobar que la letra ya era coreada por sus fans. Otro guiño más con la ciudad.
Para cuando se preveía el final, la inevitable “Ser Brigada” puso la guinda para finalizar.
Su solvencia sobre el escenario, les hacía imperdibles en una noche que se proclamaba como “Noche Española”.
León Benavente dieron otra vez una lección de guitarras y mala leche. Lo usual y típico.
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