Por José Marr @JR_Marr
Foto Óscar Villanueva (Flickr)
Roger Waters y el significado de ofrecer un concierto completo
en todos los sentidos
Es sorprendente observar como selectas obras musicales prevalecen como clásicos atemporales que generación tras generación siguen generando adeptos ya sea por su inmensa calidad o su estatus de culto, siendo la agrupación inglesa Pink Floyd quienes inspirados inicialmente en el concepto de la muerte y uno de sus miembros fundadores en estado prácticamente de demencia y liderados por el bajista Roger Waters comenzaron hace 43 años una prolífica etapa en su carrera que los llevaría a producir lo que serían sus obras cumbre: The Dark Side of the Moon, Wish You Were Here, Animals y The Wall hoy en día son álbumes muy vigentes dentro de la cultura popular; muestra de esto es el regreso de Waters a tierras mexicanas tras haber pasado en 2012 con una superproducción de primer nivel llamada The Wall: Live ahora presentando estos cuatro clásicos y una que otra joya perdida del repertorio de Pink Floyd.
Esperado con anticipación y puntual, a las 9:30 PM empieza a sonar el corazón latiendo de “Speak to Me” y seguida por “Breathe” sale a la luz la alineación de Waters, fueron segundos de desconcierto al ver que incluso reclutó a un guitarrista con voz vagamente parecida a la de su ex- compañero David Gilmour quien complementaría a Waters con su ya clásico bajo, de igual forma la emoción de verlo en plena faena ganó y fue un comienzo muy bien coreado.
“Bienvenidos todos, ahora vayamos de regreso a 1968” exclamaba Waters antes de dar una muestra muy ácida de psicodelia con “Set the Controls for the Heart of the Sun“, una de sus primeras obras con el ya mencionado grupo inglés, de la cual además de su tribal son, fue bien implementado por un solo de saxofón que hizo salir de varios rincones el olor a drogas.
El público enardeció al escuchar los sonidos de alarma despertadora que auguraban la llegada de un clásico en la línea de The Dark Side…, así es, “Time” fue sin duda de las canciones más coreadas de la noche, conectada al reprise de “Breathe“, nuevamente el público se impacientó al saber que seguiría “The Great Gig in the Sky“; que finalmente no convenció mucho por el desempeño inicial de las coristas que parecían no poder alcanzar las notas altas que demanda la canción. El público se reanimó al escuchar de las bocinas colocadas al rededor del venue sonidos de cajas registradoras y dinero cayendo, nuevamente atinaron sí pensaron que “Money” volvería a alzar los ánimos a un punto donde los solos conjuntos de guitarra y saxofón fueran imitados vocalmente por los asistentes. La calma llegó cuando las primeras notas de piano de “Us and Them” resonaron; fue un momento por demás etéreo pues en la pantalla detrás de la banda un collage de imágenes melancólicas amenizó la experiencia.
Pero el sentido que el compositor inglés quiso dar fue evidenciado a partir de ese momento, y sacándose de la manga “Fearless“, el grupo llamó por la paz e igualdad entre todos, fue un combo de sorpresas, pues se escuchó después “You’ll Never Walk Alone“, o “la porra del Liverpool”, con lo que Waters sentenció: “We all are brothers in this fucking world“. El innegable momento emotivo llegó después, cuando invitó a uno de sus amigos de Estados Unidos a tocar la parte de Gilmour en “Shine On You Crazy Diamond“… en silla de ruedas. Así fue como Waters inauguró el arco de “Wish You Were Here” en el concierto, con una impactante animación para “Welcome to the Machine” y el más debrayado solo de guitarra en “Have a Cigar“, aun así, nadie negará que la misma “Wish You Were Here” fue la canción más coreada de la noche y la que derramó más lágrimas.
Empezaron a sonar sirenas y desde atrás del escenario la imponente Battersea Power Station (réplica de la que aparece en la portada de Animals) se erigió en forma esplendorosa. “Pigs On the Wing, Part 1” no fue suficiente para quitar las caras de asombro del público; las abrasadoras guitarras y las coristas dándole con todo a sus respectivos tambores en “Dogs” dieron otro tipo de viaje al público por más de 15 minutos. Sin embargo, fue “Pigs” la que se robó al público pues en sus 12 minutos, la oda al fascismo y altos mandos torpes fue dedicada en su entereza a Donald Trump, mientras que la aparición del clásico cerdo inflable agudizó el mensaje político, ya que en éste se encontraban referencias a la tragedia de los 43 estudiantes desaparecidos en Ayotzinapa.
Más que en un concierto de Rock, la presentación de Roger Waters se volvió un mensaje político reclamando la falta de efectividad del presidente mexicano, lo cual hizo prender la euforia total del público. Y en ese momento me detengo a pensar: ¿Qué le faltó a este concierto? Waters lo había dado todo: interpretaciones sorprendentes, escenario alucinante, banda de soporte bien preparada, mensajes tanto de paz como políticos, trips psicodélicos, canciones e invitados sorpresa muy satisfactorios (“Fearless” no se interpretaba en vivo desde el ’71) y la entrega total del público. Todo estaba listo para ir a la última etapa: The Wall.
“The Happiest Days of Our Lifes” fue recibida con entusiasmo para “Another Brick in the Wall, Part 2” terminara con las gargantas de todos, al escenario subieron niños para animar más al público con aplausos y el coro y lo consiguieron a sobremanera. La siguiente sorpresa no solo fue que interpretaron “Mother“, sino que, en cierto momento, donde Waters dicta: “Mother should I trust the goverment?” aparece de fondo un claro “Renuncia ya”. “Run Like Hell” con todo y su entusiasmo fue igual fue sazonada con mensajes en contra del sistema y de repente “Brain Damage/Eclipse” aparecIió para dar un cierre más que digno con un prisma que asemejaba a la portada de The Dark Side of the Moon con luces láser.
Waters es una caja de sorpresas, pues durante el encore recitó en español un discurso recriminando al presidente nacional que está causando polémica por la exclamación: “La gente está lista para un nuevo comienzo, es momento de derribar el muro de privilegios que divide a los ricos de los pobres. Sus políticas han fallado“. Recitó emotivas versiones de “Vera” y “Bring the Boys Back Home” en acústico para cerrar con broche de oro: “Comfortably Numb“. Muchos se quejaron de que el guitarrista de gira que llevaba Roger no alcanza a imitar a David Gilmour, y lo cierto es que nunca quiso hacerlo, Roger Waters sabe que reemplazar a Gilmour es imposible, pero a cambio ofreció el mejor espectáculo audiovisual que he presenciado en meses, revisitando clásicos, con las emociones siempre fuertes, set inmejorable, un sonido sorround adaptado al Foro Sol y ofreciendo un highlight diferente en cada canción que no puede ser omitido.
Sin duda ha cumplido con lo prometido y hasta desbordó talento, apenas en la primera de tres fechas programadas para México.
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