Standing on the dark canal by the gasworks:
10 años de The Good, The Bad & The Queen
Por Ernesto Acosta Sandoval @erniesandoval_
Qué envidia ser Damon Albarn. O ser su amigo, al menos. Qué hombre más hiperactivo. Siempre pensando en qué hacer después, siempre regresando de donde se vaya de vacaciones con un nuevo proyecto en mente que, además, siempre le sale bien. Qué envidia que cuando decide formar un súper grupo es con Paul Simonon de The Clash, Simon Tong de The Verve y Tony Allen, el mejor baterista y percusionista nigeriano vivo. Y que además, el único disco que ha sacado con ellos lo haya producido Danger Mouse y suene increíblemente cool y diferente a lo que siempre hace. Qué envidia tener creatividad de sobra para nunca sonar igual en ninguno de los mil proyectos que tiene al mismo tiempo. Qué envidia decir que la confluencia para la creación del álbum haya sido más bien casual y menos como un matrimonio, y que aun así suene tan bien y, a diez años, como escucha, te preguntes por qué no hicieron más discos bajo esta formación.
The Good, The Bad & The Queen (el álbum, porque estrictamente hablando, el grupo no tiene nombre) fue un respiro de Gorillaz en lo creativo, pero es la obvia continuación de la carrera de Albarn. Es mucho más orgánico que casi todo lo que había hecho hasta ese momento, pero al mismo tiempo regresa a la obsesión eterna del cantante, la vida citadina en su amada Londres. Musicalmente se desmarcó un poco de lo que había hecho, pero líricamente hay cosas que le son imposible dejar de lado. Puede que esto no sea tan emocionante como un disco de Blur o tan divertido e interesante como uno de Gorillaz, pero es que creo que justo no es su intención. Siento que Albarn se estaba alejando del camino fácil de ser lo que el público y la crítica esperan por lo general de él y estaba intentando sonar más ¿honesto? Al menos más despreocupado y casual. Siento que The Good, The Bad & The Queen fue su prólogo personal para el disco solista que lanzó hace un par de años, se siente más cercano a eso que a cualquiera de sus dos bandas más estables. El álbum mostró, paradójicamente, a un Albarn más maduro, menos desmadroso, más adulto, pero menos intenso que el del 13 de Blur.
The Good, The Bad & The Queen es una pequeña Ópera Pop contenida en 12 canciones que mantienen una constante durante 45 minutos, un sonido que bien puede ser el bullicio de la ciudad, las charlas en las fiestas y las mañanas siguientes, el ruido del metro llegando a la estación, el radio al azar, las ambulancias corriendo a toda velocidad, pero también la calma del parque y la sensación del débil sol levantándose en el horizonte cada mañana. Y uno, con esto en los audífonos, viendo pasar todo, mientras se está sentado en una banquita o en el borde de la banqueta.
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