¡Vamos al Vive Machito!
Por Maza @ideasdelmaza
Quiero dedicar esta columna a todas aquellas mujeres que han cambiado la protesta por quedarse a escuchar a Bach en lugar de gritar “¡Queremos rock!”. Es ironía, no me vayan a linchar por eso de ser hombre y escribir de género. Sé bien que para cierta “intelectualidad” nacional es una labor fútil discutir estos temas, pero pasearme con una pancarta virtual es lo mío (y pido una disculpa por escribir en nombre de las mujeres).
Llevo varios días analizando los carteles de diversos festivales y he corroborado algo que ya temía suponer: o no tiene ningún tipo de interés en la perspectiva de género o son bastante mediocres en ello. Y que mejor que hoy es el Día de la Mujer y que estamos a unos días del Vive Latino para poner un poco de rubor y hacer una llamada de atención.
El feminismo no está pasado de moda (y no, tampoco es cosa de unas cuantas “señoras” o de la “muchachada rebelde”). Cualquiera de sus vertientes debe ser abrazada y secundada, especialmente en un país como México donde la violencia va de lo físico a lo simbólico con la facilidad de una inundación en Viaducto. Cada espacio en el que las mujeres sean violentadas, discriminadas o menospreciadas tiene que ser un campo de batalla del que no hay otra salida que la disidencia y la exposición del conflicto. Cada una, y uno, tenemos nuestra lucha elegida o la que nos toca de cerca: la ciencia, la música, los negocios, etc.; por eso como asistente habitual a conciertos (y crítico de ellos no tan habitual) creo es relevante subrayar la falta de actos de mujeres en los festivales mexicanos. Esta ausencia, por más que sea esperada, es un muy mal síntoma de la sociedad que hemos tolerado y construido.
Fijándome en los carteles del Vive Latino desde sus inicios hasta la fecha queda claro que el progreso en cuanta a la situación de la mujer en el rock es mínimo. Haciendo una conteo rápido, y siempre a favor (lo siento, quiero ser optimista aunque eso beneficie al festival), de 81 bandas sólo 15 son actos de mujeres o con al menos un componente mujer. Esto da un flamante 18% de presencia de mujeres en el escenario. Esto es bastante alarmante cuando menos. Podemos pensar positivamente y decir no está tan mal. Bueno, en 1998 fue el 23%. Y ya no les cuento que posición tienen en el cartel o los horarios y los escenarios que les tocan (sólo cuatro tocan en principales y sólo Julieta Venegas después de las 8PM). Y lo sueldos habría que verlos también, supongo que son equiparables.
He decido apuntar al Vive Latino porque es uno de los eventos insignia de la música en Iberoamérica (o al menos así se venden), es el festival en México con más recorrido y que da la casualidad que es un foco cultural en la ciudad, nos guste o no. Pero ¿qué significa todo esto? ¿De qué sirve saber algo casi evidente? Esto interesa para remarcar, cada vez que sea necesario, que debemos cuestionar con más rigor qué grupos escuchamos, a qué conciertos vamos o cuál es nuestro consumo cultural. Debemos poner atención a la radio, al orden de las canciones, a los comentarios o a quién habla. Estar alerta para dar visibilidad y poder reaccionar. No pretendo que les deje de gustar algo sólo por ser “acá bien masculino”, pero si ponerlo en perspectiva. No es para nada inútil hacerse estas preguntas porque los números no son la causa, son una consecuencia. Son un espejo, mínimo si se quiere pero espejo al fin, de lo incapaces que hemos sido como espectadores de observar una violencia simbólica que los promotores perpetúan a costa de nuestros inocentes bolsillos.
Lo siento, no basta con que Café Tacvba decida no tocar una canción porque la encuentran ofensiva ¡23 años después! (que está muy bien pero…). No basta que Julieta Venegas o Carla Morrison sean usadas como comodín para decir que las mujeres ya están incorporadas al Rock (me gustan y todo, pero tocan un año sí, un año no). Los escenarios de este país, y del mundo, necesitan que las mujeres sean multitud, que se les mire con la valía justa, que se les abran los espacios que se les han cerrado sistemáticamente por solo su condición de ser mujer.
No aceptaré tonterías como: “No hay bandas con mujeres”, siempre la hay y muchas veces mejores. No compraré el: “A las mujeres no les gustas el Rock” o el “Es que les gustan otras cosas como el Pop”, o el pésimo “Es que son delicadas y el Rock no es para ellas” (estos comentarios son reales, tengo la batalla en mi timeline por si gustan baños de testosterona). Esto argumentos, además de ser una linda muestra del machismo patrio, exhiben una incapacidad de unir los puntos más simples entre la emergencia social y los gestos mínimos. Las barreras que esto crea (como que la proporción de asistentes sea la que es) deben de abatirse porque son el núcleo de un círculo vicioso y maniqueo que ha fomentado un serio rezago en la búsqueda de la igualdad. Hay que abrir los oídos y confinar los prejuicios, dejar de ser consumidores sin criterio. Si los medios y los organizadores son el obstáculo; hay que resistir con el apoyo, con la insistencia y la demanda (perdón por la militancia, pero es cierto hay que exigir).
Y repito no compraré que las bandas just (for) men son mejores o son más atractivas en el cartel. Los organizadores podrían tener un hámster más hábil y tomar decisiones menos viriles sin que con ello afecte sus ingresos, que es lo que les importa. Por ejemplo (sin mencionar que me gusta más o cuál creo es mejor) ¿por qué en vez de traer una banda de medio cartel como Jake Bugg, no traer a Tacocat o a Grimes?. O ¿por qué no en vez Carlos Sadness a Anni B Sweet o a Amaral?, o ¿Christina Rosenvinge en lugar de Corcobado? ¿Por qué en vez de poner a Los Viejos, no impulsar a Cremalleras, o Destruye y Huye o Las Odio?. Es cuestión de voluntad y de dejar de ser amigos de las costumbres panistas.
Y me dirán: “No es posible la paridad en el 2017” (madre mía, sí que estoy loco por desearlo). Por ahora creo es poco probable sin recurrir a las cuotas, pero se puede lograr. Ejemplos los hay que se acercan sin necesidad de esfuerzos sobrehumanos y sin exponerse a pérdidas millonarias o cambios de identidad del festival. Tampoco me parece que la solución sea que sólo haya LadyFest por todos lados (que amo lo que hacen y quiero que sigan y sigan); es cuestión de diversificar y extenderse por doquier, desde los nombres pequeños hasta los horarios principales. Es tiempo de penetrar en las chamarras de cuero y dejar de una vez por todas que “girls go to the front”.
A mi entender, y siendo un poco flexible (amigas, perdónenme por mi inocencia), más del 30% sería un número decente (ojo: que no bueno). Y como en todo hay que tratar de ser justo me gustaría señalar al Festival Nrmal por tener el porcentaje más alto en México y uno de los más altos a nivel mundial con un 50% (y con una calidad de line-up que es cosa seria), así como Ceremonia con un 32% y que cuenta con dos headliners mujeres (Björk y M.I.A.)
Para terminar les dejo los porcentajes de algunos festivales mexicanos (repito los números son peores a través de un análisis más profundo pero ya se pueden hacer una idea):
Pingback: Sala De Espera /// “Pero si no es para tanto” - Me hace ruido